“Tras la Caída (El ángel roto 2)”
Escrito por L.G. Castillo
Copyright © 2018 L.G. Castillo
Todos los derechos reservados.
Traducido por Teresa Cano.
Diseño de portada Mae I Design.
Libros de L.G. Castillo
La serie El Ángel Roto
Tras la Caída (El ángel roto #2)
Antes de la Caída (El ángel roto #3)
El Ángel Dorado (El ángel roto #5)
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Versión en Inglés
CONTEMPORARY ROMANCE
Strong & Wilde (Texas Wild Hearts #1)
Secrets & Surrender (Texas Wild Hearts #2)
PARANORMAL ROMANCE
After the Fall (Broken Angel #2)
Before the Fall (Broken Angel #3)
Golden Angel (Broken Angel #5)
Índice
1
El manto de Rachel se agitó cuando se apresuraba a atravesar el oscuro túnel. Él estaba allí. Podía sentirlo.
Temblando, sus dedos tocaron con torpeza el pesado material mientras se lo acercaba al cuerpo. Las bocanadas de aire blanco salían de su boca al jadear al tratar de recuperar el aliento. Con cada paso que daba, era como si sus poderes angelicales se fueran desvaneciendo. Se detuvo y se desplomó contra los húmedos muros de la cueva, incapaz de dar un paso más. ¿Podría hacerlo? Y aunque consiguiera alcanzarlo, ¿le quedaría algo de poder para poder salvarlo?
Gabrielle le había advertido de lo que ocurriría, pero Rachel hizo caso omiso, especialmente la primera vez que entró en el Infierno. ¡Se parecía mucho al lugar donde ellos vivían! Hasta donde podía ver, había abundante hierba y flores perfumadas. Unas montañas cuyas cumbres, cubiertas de nieve, se divisaban a lo lejos bajo el cielo azul. Incluso el arroyo se encontraba dispuesto de la misma forma que en el Cielo. Si no fuera por la inquietante sensación que sentía en la boca del estómago y porque el cabello se le había erizado en la parte trasera del cuello, habría jurado que estaba en casa.
Teniendo en cuenta que Lucifer tenía a sus prisioneros cautivos en el Lago de fuego, había asumido que el Infierno sería un vasto terreno vacío donde haría un calor abrasador. No fue hasta que encontró la cueva escondida detrás de una cascada, cuando finalmente comprendió lo que Gabrielle quería decir cuando le dijo que no bajara la guardia. La cueva