Cuentos Habbaassi V. Juan Moisés De La Serna. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juan Moisés De La Serna
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Серия:
Жанр произведения: Детская проза
Год издания: 0
isbn: 9788893987264
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ve y avísale que quiero hablarle.

      Se produjo el encuentro al día siguiente, y cuando llegó el hombre se echó a los pies del anciano, el cual le dejó, asombrando a todos, porque él nunca quería eso, y el hombre con la cabeza en el suelo, pidió perdón, y el otro le contestó,

      –Levanta ―Y explicó a los demás―, veréis este hombre tuvo que decidir entre venir conmigo estos años, siendo mi ayudante y mi herencia, o ser soldado, escogió lo último y ha estado matando a otros hombres en varios lugares, y cobrando impuestos, y tomando lo que quería y no respetando la vida, y cuando le llegó su momento, cayó enfermo y le hablé por la noche y le dije,

      –No harás mal a nadie más, búscame y eso es lo que ha hecho hasta ahora.

      El hombre asentía delante de todos, y el anciano le dijo,

      –Si le he dejado pedir perdón no ha sido a mí, sino a todos los que has hecho mal, directamente con sus actos, e indirectamente con su ausencia a mi lado. Ahora estas limpio, y le tomaré como hijo y será mi heredero, pues mi tiempo ya esta terminándose.

      Así le dieron una cabaña para los dos, y moraron en el lugar por dos largos años, y llegado el tiempo se marchó el anciano, y cuando su cuerpo físico le dieron al fuego, el discípulo empezó a hablar como el anciano, y se lo hicieron notar y él mismo dijo,

      –Soy un Hab, y el que vive en mí, es el mismo que vivía en mi maestro, y será el mismo que vivirá en aquel que será mi heredero, pues un Hab no muere y está en el mundo haciendo el bien a través de las personas físicas.

      EL CORAZÓN DE UNA MADRE

      Una joven Madre tuvo un hijo por primera vez, y estuvo criándolo durante unos meses, pero llegó una noche en que estando dormida, una fiera entró en su cabaña y robó al niño, llevándoselo.

      Al día siguiente la Madre alertó a todos y los cazadores vieron las huellas y olieron el rastro, y le dijeron a la mujer,

      –Llora pues tu hijo está muerto, busca un hombre y que te vuelva a dar su semilla y engendra otro al que puedas criar.

      –No está muerto, está lejos pero está vivo ―dijo ella.

      Como no le hacían caso, se convirtió con mucho esfuerzo en un cazador, y así salía con ellos y aprendió las técnicas de seguir el rastro y de matar y de luchar y su cuerpo se llenó de heridas, cual era lo normal, y todos le decían,

      –Desiste coge al hombre que quieras y con su semilla da por terminado tu dolor.

      Pues ella continuamente buscaba a su hijo, pero ella contestaba,

      –Mi hijo está lejos pero está vivo.

      Una noche se le apareció el hijo y le dijo,

      –Madre no sufras, estoy bien, donde me encuentro no existe frío, ni cansancio, ni dolor, estoy con otros niños.

      Aquella madre al día siguiente, habló a su Comunidad y contó lo ocurrido y todos se alegraron y ella encontró a un hombre que le gustó y le dijo,

      –Dame tu semilla pues quiero volver a sentir el ser Madre.

      LA IMPORTANCIA DE LA ALEGRÍA

      Los Hab-Baa-Ssi, son un pueblo alegre aunque no bullicioso, es posible que algunos conozcan que el bullicio y el exceso de manifestaciones, indica desórdenes internos, normalmente cerebrales, y que de esta manera es una forma de eliminar del interior una excesiva presión, y desde luego si añadimos algún tipo de estimulantes, bebidas, plantas o tierras, entonces tendremos que nos alejamos de la alegría que practican los Hab-Baa-Ssi.

      Entender que la alegría también se puede vivir consiguiendo una paz interior, y ayudando a los demás a ser felices, y compartiendo la felicidad de los demás.

      Normalmente cuando dejamos de pensar en nosotros, nos damos cuenta de que vivimos mejor, claro que eso requiere tener controlado y dominado al Espíritu de Orión que tenemos dentro y que siempre nos llevará a dominar a los demás y a gozar con el sufrimiento.

      La importancia que los Hab-Baa-Ssi, dan a la alegría y a la felicidad la resumen en lo siguiente. EA, MADRE DE LA VIDA, dijo a uno de sus hijos,

      –Sé feliz haciendo felices a los demás, haz feliz a los demás pensando positivamente en ellos, piensa positivamente en ellos desde el Conocimiento, ten Conocimiento de quien mora en su interior, habla con quien mora en su interior y date a conocer, haz que tu Ser de Luz y el suyo estén en armonía, ya has conseguido ser feliz a través de los demás.

      HAB DE LAS PIEDRAS VERDES

      Se conoce el nombre de Hab desde una antigüedad de más de ocho mil años, algunos dicen que así se llamó el primer hombre/mujer que llegó a humano en el pasado, otros dicen que así se llamó el pueblo que vino de Sirius como Maestros a enseñar a los animales/hombres para pasar el salto en la evolución, y cuyas enseñanzas están recogidas en las Escuelas del Conocimiento de Hab y Ssinia (Etiopía) cuyo pueblo guardián son los Hab-Baa-Ssi.

      Uno de los niños que había salido de las Escuelas y que ya tenía la categoría de Guía, había escogido para sí mismo ese nombre, y él en una ocasión contó el siguiente cuento.

      En el pasado había como todos sabéis dos pueblos los Baa o pueblo que vivía en las montañas, y los Ssi pueblo que vivía en los llanos, y en muchas ocasiones ambos habían comerciado, pues a los de las montañas les gustaba mucho la miel y también querían frutos y también maderas, y por el contrario los de los llanos querían las piedras verdes que aquellos traían y que eran magníficas y tenían un gran valor, pues los comerciantes de los pueblos de los alrededores así lo apreciaban.

      Sucedía que dichas piedras los de las montañas no les daban valor, y así por muchas de ellos, los del llano les daban pocas cosas, y así estuvo mucho tiempo hasta que los comerciantes pensaron que era mejor subir a las montañas y hacer negocio directamente con quien traía esas piedras.

      Así el primero subió con unos animales cargados de miel y de madera, que sabía que era lo que querían los de arriba y se presentó en uno de los pueblos de las montañas que nunca habían recibido a nadie, y asustó mucho a todos, y así resultó que era un primer encuentro entre dos razas, ya que aquel comerciante no pertenecía a los Ssi, pues tenía la piel blanca, y era un Egip-Coito.

      Aquel hombre no tenía el propósito de hacer comercio, sino de descubrir dónde recogían las piedras los hombres que vivían en las montañas, y así lo intentó y nada consiguió, y terminó de hacer negocio, y vendió todo con provecho, y cuando se marchó del lugar y volvió a bajar a los llanos, se quedó dormido y cuando despertó se encontró con que tan solo tenía las piedras que valía su mercancía y no todas las que le habían dado, y miró por todas partes, y también intentó volver a subir a buscar más piedras pero no recordaba el camino.

      Aquel hombre cuando llegó a su destino y lo contó a los hombres Ssi, estos se rieron de él y le dijeron,

      –Nunca subas a las montañas, a ellos no les gusta, y siempre que se ha hecho, al que lo ha intentado le ha sucedido lo mismo que a ti. No sabemos cómo lo hacen pero es justo el precio de lo que has llevado. A nosotros ya nos ha pasado varias veces, y hemos desistido y así dejamos que vengan ellos, y que nos del lo que quieran y quedamos en paz, y fíjate que nos pagan muchas veces el valor de lo que les damos.

      Al hombre Egip-Coito, le sentó muy mal y al mismo tiempo pensó en volver a su tierra donde preparó una expedición de hombres armados, dispuestos a conseguir conocer de dónde se sacaban aquellas piedras verdes, y con el pretexto del comercio o con el de las armas conseguirlo, y así con una veintena de hombres y muchos animales cargados con todo lo necesario para la guerra, y disfrazados de comerciantes volvieron al pueblo de los Ssi, los cuales cuando los vieron les temieron pero aun así les dijeron,

      –Si subís ninguno saldrá con vida, volver atrás y dejar las armas, ellos conocen quien va como amigo y quien no.

      Pero el hombre tenía en su corazón el color verde de las piedras y el valor que ellas tenían, y marchó a las montañas, obligando a varios Ssi, a ir con ellos, los cuales se vieron