Historial de navegación. Carlos Araya

el segundo término visual, todo se ha des gurado; la luz cae sobre los lamentos de su pelo que son cortados por el pequeño espacio de nitidez.

      (Vuelvo al lugar donde vi a Emily por última vez. Comienzo a caminar por el desierto, me cuesta avanzar. Mi lengua se vuelve traposa y a veces pienso en cómo la falta de agua podría producir mi muerte; algún turista encontrando mi cuerpo cincuenta años después. De un momento a otro, el cielo se cierra y resisto la lluvia. Antes de lograr entrar al pueblo, veo el chispazo de un cortocircuito y se corta la luz. Ilumino el terreno agreste con mi celular; la tierra se esparce con cada paso que doy. El tiempo se extiende hasta que logro encontrar la residencial. Entro a la habitación y me acuesto. Adivino la ubicación exacta del cepillo de Emily sobre el piso antes de que mis ojos se acostumbren a la oscuridad. No doy aviso a la policía).

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       Un electricista encumbrado en las alturas sin traje de segu- ridad. Las manos enguantadas y sus brazos a la mitad del arco de movimiento de la articulación del hombro. Todo a foco y saturado. El momento preciso en que el enjambre de cables eléctricos choca y genera un latigazo de corriente. Al fondo, el desierto de Atacama y el cielo despejado. Abajo, la mano desnuda de un niño señalando los cables de alta tensión y su madre que lo reprende con la mirada. El niño modula algo con la boca que no logro entender.