4.- “8 + 8 Principios” es un trabajo de integración y síntesis, en el que Franco Rotelli condensa los principios e identifica las estrategias que posibilitaron el pasaje de un sistema psiquiátrico arcaico a un sistema que participa en las políticas de salud mental, no sólo en Trieste e Italia sino en un numeroso grupo de regiones y países; derivando de ello la observación crítica sobre como fracasaron y fracasan las experiencias que no incluyen todos esos principios y/o no se despliegan con planificación estratégica para procesar las transformaciones buscadas. Logra un escrito contundente, de gran valor instrumental. Que queda como marco de referencia para evaluar planificaciones, gestiones, prácticas y resultados. Por ello, brújula orientadora para todas las acciones y a la que se puede volver cuando las incertidumbres se hacen dolorosas y urge revisar las claves fundacionales.
Antes de desarrollar los Principios -que son 8 + 8 porque en el tercer principio, referido a la mutación hacia las acciones colectivas y no individuales frente a los pacientes y sus contextos, contiene a su vez 8 componentes- el autor repasa las problemáticas comunes a todos los países con ese 1% poblacional que en algún momento necesitan ayudas importantes por sus malestares psíquicos. Hay una parte de ellos que nunca reciben ayuda alguna. Hay una parte de ellos que reciben ayudas inapropiadas o ineficaces. A otra parte se le responde con el manicomio. Postula que allí donde se han desarrollado transformaciones sustanciales en el campo psiquiátrico, se han encarado simultáneamente las soluciones a los tres grupos de respuestas inadecuadas que se le daban a ese 1 %. Con el importante agregado que simultáneamente se genera servicios territoriales que atienden la mayoría de las necesidades de salud mental de todos los ciudadanos.
Marca lo vicioso del circuito de interdependencia y potenciación entre el manicomio, los servicios territoriales inadecuados y el abandono. El manicomio existe porque las otras prácticas en el sistema son inapropiadas; esas prácticas se mantienen porque no se confrontan con su fracaso ya que eso va a parar al manicomio que utilizan como depósito; con lo que el abandono no es enfrentado.
Enfatiza que junto con el manicomio debe repensarse radicalmente la psiquiatría, sus mitos y sus rituales, desde sus prácticas más pequeñas y cotidianas hasta sus fundamentos epistemológicos.
De la misma manera, marca que los servicios que se constituyeron como alternativas al manicomio si no tienen una base de radical refundación de todos sus valores y procedimientos, también llevan al fracaso.
La importancia de no desperdiciar el inmenso capital económico y humano que se utiliza de mala manera en la legitimación de la psiquiatría arcaica y en el funcionamiento manicomial es agudamente destacada. Toda esa riqueza puede ser reintroducida en prácticas que no sean de custodia sino de cura, para el intercambio social y no para abandonar, para que se pueda vivir fuera de los muros y no para el encierro.
Los manicomios son iguales y funcionan con las mismas lógicas en lugares lejanos entre si y con grandes diferencias económicas y culturales. Es congruente pensar que para llevar a cabo en ellos procesos de desinstitucionalización, sean necesarios principios iguales aún para lugares muy diferentes. Por supuesto que el reconocimiento de los contextos distintos, lleva a variaciones locales imprescindibles en las maneras de inventar los caminos para el cumplimiento de esos principios y estrategias. Que aún en las mismas regiones no se espera que sean todos ellos normativamente idénticos.
Realizado el recorrido introductorio por todo lo mencionado desarrolla los ocho principios para la organización de servicios para la salud mental, el núcleo de la presentación. Es importante recorrerlos minuciosamente. En la secuencia y la trama que los ubica, con sus notas y ejemplos con los que los acompaña. Después, verlos individualmente, en orden aleatorio. Hasta comprobar como integran un conjunto armónico de componentes imprescindibles e interdependientes que funcionan sinérgicamente; ninguno de ellos puede faltar. Los ocho principios dan cuenta testimonial del recorrido verazmente realizado en el espesor de la complejidad de lo humano, cuando se encaran las prácticas de salud mental con mirada compleja y crítica, de la que derivan acciones coherentes con esa mirada. Como pasó en Trieste y en otros lugares.
5.- “Re-habilitar la re-habilitación” y re-habilitar la psiquiatría junto con llevar a cabo la re-habilitación de los usuarios del sistema. Re-habilitación que es parte de la cura y no un agregado posterior y disociado.
Este escrito es también un manifiesto de integración de niveles, de unión sensata de lo que siempre debió estar unido y fue despedazado, simultáneamente con el despedazamiento de lo humano en el reduccionismo violento de la anomia manicomial y de la invalidación social de los que por necesitar ayuda deben demostrar que siguen siendo incapaces para poder recibirla. Oximoron fáctico de efectos negativos de la organización social que Rotelli lleva al título vitalizante de de este texto que está en su libro: “Apuntes de un psiquiatra en los años de la gran reforma”.
Re-habilitar como construir (reconstruir) acceso a los derechos de ciudadanía, el progreso en su ejercicio, la posibilidad de verlos reconocidos y de practicarlos. Porque la carencia de todo eso no es consecuencia de la enfermedad mental, es parte significativa de su aparición como tal.
Re-habilitación que debe darse en tres niveles de integración inseparables: modificando legislaciones, liberando recursos económicos y humanos existentes que están siendo utilizados para invalidar y, por último, produciendo capacidad de acceso al valor. A través de procesos que en su propia existencia ya son rehabilitadores, procesos que busquen información, que den formación, que permitan autonomías personales, capacitaciones profesionales, capacitaciones sociales, posibilidades de expresarse. El listado de las prácticas de rehabilitación en el concreto cotidiano que realiza es minucioso, delicado y profundamente afectuoso en el respeto por las personas.
Diferencia, y se burla, de las prácticas re-habilitadoras que son para “llenar” el tiempo, o son exclusivamente tutelares y no generan capacidades. Más todavía las que intercambian trabajo por libertad, muestran dramáticamente las desventajas derivadas del rol de enfermo y del estatuto del asistido como causa de inhabilidad. Por ello la psiquiatría debe actuar desde el principio sobre aquello que son aparentemente los efectos de la enfermedad cuando son más bien parte de las causas. Allí es donde se comprueba que la predicción de recuperación con pacientes graves tiene poco que ver con el diagnóstico y mucho que ver con motivaciones y expectativas de la propia persona, del contexto y de los operadores.
Las prácticas de construcción material del ejercicio de derechos, las prácticas de intercambios interpersonales y sociales y las prácticas de cooperación buscando la empresa social, son fundamentales.
La empresarialidad social aparece así como lo que puede dar mayor cuenta de las estrategias operativas que se necesitan. Para los que necesitan asistencia, pero también para los que la brindan y para las organizaciones que se van creando. Se hace posible de esa manera re-habilitar instituciones y hasta a la misma psiquiatría.
Cerca del final del escrito hace interesantes observaciones sobre la Ley 180; recordando los principios operativos que fundaron el movimiento de la reforma psiquiátrica, porque son fáciles de olvidar y perder; para luego hacer una prieta síntesis sobre lo que es poner en acto la ley 180, señalando “cuatro cosas elementales, necesarias.” Re-habilitadoras. Nuevamente, una muy prieta síntesis de 4 elementos que no pueden faltar.
6.- “El intercambio social” es un dialogo-reportaje con Giovanna Gallio que le plantea preguntas y reflexiones sobre el tema. Rotelli aparece en su perfil de notable gestionador-conceptualizador del armado de la vida en sociedad para aquellos a los que les ha costado encontrar ese camino o han sido ayudados a discapacitarse por los sistemas que los tutelaron para eso.
A la preocupación por el derecho y la necesidad de conseguir trabajo para los pacientes psiquiátricos, presente desde los comienzos de la reforma psiquiátrica, se fue integrando y ampliando la perspectiva más amplia de la “empresa social”. Con lo que se busca llenar el concepto de “derechos de ciudadanía” de esas personas con sus articulaciones concretas: escuela, casa, trabajo, sociabilidad, afectividad, relaciones diversas. Para conectarlos con los mundo productivos normales y los modelos de profesionalidad existentes.