Las ballenas azules no comen,
absorben, filtran,
tienen dos filas de barbas de queratina,
dos peines paralelos de cuatro metros.
Abren la boca y entra el mundo.
Rompen el mundo.
Así como nosotros tenemos muelas del juicio,
tenemos apéndice, se nos pone la carne de gallina,
ellas tienen un hueso donde estuvo alguna vez
la pelvis de sus peludos antepasados.
El esqueleto de la ballena no se parece a la ballena.
Pero la diferencia no le estorba.
13.
Así como las frutas se bastan a sí mismas
las ballenas no necesitan nada que no contengan.
14.
Las ballenas no se parecen a nosotros.
Cada familia habla su propio lenguaje,
pero no cantan para lastimar.
Son polígamas, pero no saben mentir.
Sus dientes son troncos:
si cortas uno a la mitad puedes leer en él la edad de la ballena.
Las ballenas se parecen más a las secuoyas de California que a nosotros.
Se aprovecha todo
¿En qué piensa el carnicero que destaza al cerdo?
Del cerdo se aprovecha todo.
Y con la visión del animal servido en un trompo adobado
hace un corte seco en la cabeza para separarla del tronco.
La densidad del cerdo disminuye con la lumbre,
el hambre en cambio siempre aumenta.
Arder en la parrilla es propio de la carne que se agota
sobre el fuego que inventamos para ella.
Se levanta un monumento en todas partes: jamón serrano, butifarra, chorizo de Cantimpalo, Pamplona, Salamanca, tocino ahumado, las manitas, el salami, injertos de piel, gelatina de pata, las chuletas ahumadas, las tortas de pierna, las carnitas, islotes pancreáticos, cerdas para cepillos, el frijol con puerco, la manteca para cocinar y hacer jabón, la papada, el pozole, la piel para practicar tatuajes, chicharrón, espinazo en verdolagas, el sebo para hacer velas y engrasar los carros, patitas en vinagre, los cueritos, cochinita pibil, la vejiga llena de aire para usarla como pelota, válvulas cardiacas, las gomitas.
¿Existe otro animal que nos dé tanto?
En la carnicería duermen cerdos con los ojos abiertos.
Que su mirada fluya para siempre en ese sueño.
Tlacuatzin
En el Códice Dresde aparecen cuatro tlacuaches
cargando en sus espaldas a los dioses del maíz, de la
lluvia, de la muerte y a la figura de un jaguar.
Sus cuerpos breves soportan al mundo.
Tla, fuego; cua, masticar; tzin, pequeño.
Tla-cua-tzin: pequeño comefuego,
El tlacuache toma una chispa de la hoguera,
enciende con ella la brasa en su marsupio
y se hace el muerto para engañar a los dioses.
Prometeo de cola pelona.
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