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No camina quien no ha sabido caer.
No ha caído quien no ha querido avanzar.
No avanza quien no ha intentado levantarse.
Pero para caminar y avanzar,
hay que haber sabido caer,
y aprendido a levantarse.
Sam Korman
A Fabiana Renault. Por el aporte de su infinita creatividad, su guía profesional y su enorme generosidad.
A Esteban Foulkes. Por visualizar que el aprendizaje de las fallas, errores y fracasos podía tener un método. Y también, por ayudar a desarrollarlo.
A Federico Wawryczuk. Por acompañar a la par este proyecto,
alimentarlo, hacerlo crecer y transformarlo en un emprendimiento. A mi socio, gracias.
Sin la presencia de ustedes tres, este proyecto no habría aprendido de sus propias fallas.
Prólogo
Vivimos en un mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo) o, como se conoce por su sigla en inglés, VUCA. Este acrónimo fue creado por el US Army War College de los Estados Unidos para describir la situación del mundo después de la Guerra fría y, actualmente, se utiliza en los distintos campos de la estrategia empresarial para describir el contexto de nuestro mundo de hoy.
Vivimos en constante volatilidad, vivenciando cambios todo el tiempo y con mucha velocidad. La falta de predictibilidad crea incertidumbre y confusión, lo que hace a nuestro mundo altamente complejo.
Hoy, esa velocidad de cambios e incertidumbre crea una distorsión de la realidad y gran confusión entre causa y efecto, lo que genera cierta ambigüedad. Entender la realidad que vivimos nos obliga a ser conscientes y a estar preparados para poder anticipar, evolucionar e intervenir sobre lo que sucede dentro de las organizaciones.
En este contexto, lo volátil, lo incierto, lo complejo y lo ambiguo son una invitación a la prueba, a la observación, a la experimentación y al aprendizaje. En una realidad con estas características, ¿puede alguien creer que no va a fallar, a errar o a fracasar?
¿Qué harás cuando eso suceda?
Los fallos, los errores y los fracasos generan, en las personas y en las compañías, frustración, desilusión, enojo, rabia y hasta desesperación, sensaciones que nadie quiere experimentar. Esto sucede porque todavía, en la mayoría de las personas y de las compañías, fallar, equivocarse o fracasar sigue siendo considerado un problema.
“El mayor riesgo es no asumir ningún riesgo”, suele decir Mark Zuckerberg, creador de Facebook.
Cuando fallamos o fracasamos, podemos aprender, podemos observar. Podemos analizar. Podemos modificar, podemos volver a intentar, porque siempre podemos mejorar. Decía Henry Ford que el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia.
La idea de este libro es analizar a fondo este tema, y acercarte metodologías y herramientas que resulten necesarias, para que puedas capitalizar los aprendizajes que dejan las experiencias que no salen como se espera.
Entonces, a partir de poder trabajar sobre ellas, cambiar el rumbo de las cosas, lograr los resultados esperados y hasta mejorarlos.
¿Qué vas a encontrar en este libro?
Aquí vas a encontrar una nueva manera de pensar la cultura del trabajo, los procesos productivos y las formas de organización laboral, acordes con el mundo VICA en el que vivimos. Así entenderemos por qué es necesario construir una verdadera cultura FAIL.
Hablaremos de la falla, el error y el fracaso, como ejes fundamentales para la creatividad, la experimentación, el aprendizaje y la creación de nuevas herramientas, indispensables para anticipar, evolucionar e intervenir en el día a día, tanto personal como laboral.
¡Bienvenidos a la cultura FAIL, donde fallar y aprender es imprescindible para innovar y liderar!
Capítulo 1
FAIL
Fallar y Aprender para Innovar y Liderar
La solución está en el problema
Albert Einstein decía a sus alumnos que si él tuviera una hora para resolver el problema del mundo, usaría 55 minutos en analizar ese problema para llegar a un diagnóstico certero, y una vez conocidas las causas, tardaría 5 minutos en encontrar una solución.
Así fue que el suizo Peter Sonderegger, exdirector de Strategyzer (creador del Business Model Canvas®) y consultor de empresas, ensayó su reflexión sobre esta idea de Einstein:
“Vivimos en un mundo que dedica más tiempo a buscar soluciones a los problemas, que a buscar y analizar las causas que los provocan”.
¿Qué riesgos podría implicar para una compañía, tratar de solucionar un problema sin analizar sus causas? A lo largo de este libro responderemos esta pregunta, con ejemplos tomados de historias reales.
Las fallas: probar y fallar hasta probar y no fallar
Probar y fallar constituye el primer eslabón de una cadena que termina en probar y no fallar.
Cada eslabón es un conocimiento que necesita ser aprendido.
No fallar no es el objetivo final, sino que es el resultado del aprendizaje adquirido.
Era 1979 y James Dyson, un ingeniero e inventor inglés, pasaba la aspiradora en su casa. Molesto por el ruido que hacía su aparato, lo poco que succionaba y lo mucho que se atascaba, decidió abrir la tapa y ver con qué se encontraba. ¿Qué fue lo que descubrió?: una bolsa de recolección de basura obstruida.
Entonces procedió a reemplazarla por una bolsa casera improvisada. Su trabajo no funcionó. La aspiradora tampoco. De modo que pensó que lo que le estaba ocurriendo a él, también les estaría pasando a muchos más.
Como ingeniero e inventor que era, razonó que, si podía solucionar de alguna manera creativa este inconveniente, estaría solucionando, además, el inconveniente de muchas personas. Había detectado una oportunidad.
Su idea parecía sencilla: crear una aspiradora que no necesitara de una bolsa. Sin bolsa, no habrá atascos –pensó.
Por su profesión de ingeniero y porque algo sabía de fuerzas centrífugas, James Dyson puso manos a la obra. A lo largo de 10 años, llegó a hacer 5.127 prototipos, hasta conseguir que el aparato cumpliera perfectamente con lo que él se había propuesto. Finalmente, logró una aspiradora sin bolsa, sin atascos, sin problemas.
Pero las fallas y los fracasos de sus prototipos no fueron el único inconveniente que tuvo que afrontar. Los fabricantes y los distribuidores de aspiradoras le cerraron las puertas a su producto porque, si llegaba a resultar exitoso, dejaría fuera del mercado el negocio de las bolsas de repuesto.
Entonces, decidió abrirse camino en Japón, lejos del Reino Unido, donde su producto fue muy bien recibido. Al tiempo volvió a Londres para conquistar el mercado local. Hasta el momento, lleva más de 45 millones de aspiradoras vendidas.
En la actualidad, sus productos están