Durante el curso 1935-1936 —narra el doctor Francisco Ponz— Pedro y Paco[32] andaban muy atareados con sus estudios superiores de tercer año de Ciencias Exactas y los correspondientes de la carrera de Arquitectura, a la vez que ayudaban a la labor apostólica que se desarrollaba en y desde la residencia de Ferraz 50. Su trabajo era sin duda muy intenso y se pasaban el día entre [la Facultad de Ciencias, en la calle] San Bernardo y la Escuela [de Arquitectura]. Cuando ya vivían en la residencia, salían muy temprano, regresaban justo a la hora de comer y volvían a sus clases hasta alrededor de las 7 de la tarde.
Pronto se dieron cuenta de que el logro del ambiente de hogar digno, cuidado y alegre que ofrecía la residencia requería del fundador un enorme trabajo personal, también material, ya que la estrechez económica no permitía contratar al personal de servicio imprescindible, lo que le obligaba a realizar personalmente bastantes tareas domésticas, como tender las camas de los residentes, la limpieza de las habitaciones y aseos, lavar por la noche cubiertos y otro material de cocina, etc.
Los dos estudiantes se apresuraron a ofrecerle ayuda. Como eso suponía perder clases, se turnaban uno y otro de manera que asistieran siempre, al menos uno de ellos, para poder tomar apuntes y seguir los dos la marcha del curso[33].
Paco y Pedro no tuvieron inconveniente en apretarse el cinturón, haciendo estos turnos para ayudar al Padre, que estaba siempre atareado, llevando el peso de la Obra y una labor pastoral abundantísima. El gran afecto que tenían al fundador y la alegría de poder apoyarle compensaba con creces el aumento de trabajo.
En junio de 1936, san Josemaría les dio una noticia: Isidoro Zorzano[34], uno de los primeros miembros de la Obra, que trabajaba en Málaga como ingeniero en los ferrocarriles, se trasladaría a Madrid para ser el nuevo director de la residencia[35].
* * *
A los pocos días, Pedro salió de Madrid para pasar un par de semanas con su familia. En DYA quedaban todavía muchos estudiantes que estaban terminando sus exámenes y algunos otros que estaban ayudando al Padre en el traslado de la residencia a una nueva sede: del número 50 al número 16 de la calle de Ferraz, pues la anterior se había quedado pequeña y la nueva permitiría disponer de más plazas[36].
En esos momentos, la tensión política y social en España era desbordante[37]. Y alcanzó un nivel insostenible el 12 de julio. Hacia las diez de la noche, «el teniente de la Guardia de Asalto José del Castillo» —militante de la Unión Militar Republicana Antifascista y líder de la milicia socialista— «resultó muerto a tiros en una céntrica calle madrileña»[38]. «La policía actuó con rapidez y arrestó a nueve falangistas»[39]. Sin embargo, las represalias no se hicieron esperar: una brigada constituida por policías y milicianos de izquierdas fueron en busca de José María Gil Robles, político de la derecha, miembro de la CEDA y jefe de la oposición parlamentaria, pero no estaba en su casa. «Así que la atención se dirigió al segundo objetivo: José Calvo Sotelo»[40], líder del partido monárquico, importante exponente de la oposición. Se presentaron en su domicilio «en torno a las dos de la madrugada del 13 de julio»[41]. «Lo llevaron a “dar un paseo” en el asiento trasero de una camioneta de la policía y se deshicieron de su cadáver en el cementerio de la ciudad»[42].
«Los asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo pusieron la situación al borde de un abismo. En él se precipitó la nación a los pocos días de ambos atentados»[43].
[1] Testimonio de Pedro Casciaro, 21 de julio de 1975, pp. 1-3 (AGP, serie A.5, 203-3-1).
[2] Testimonio de Pedro Casciaro, 21 de julio de 1975, pp. 5-6 (AGP, serie A.5, 203-3-1).
[3] Retiro espiritual de periodicidad mensual que ofrece a los participantes la oportunidad de detenerse unas horas, dejar las tareas habituales y recogerse para rezar. Incluye actos de piedad habituales —como la celebración eucarística o el rezo del rosario—, ratos de oración dirigidos por un sacerdote y momentos de silencio para el diálogo personal con Dios.
[4] Cfr. Mt 19,16-22; Mc 10,17-22; Lc 18,18-23.
[5] Se llama numerarios o numerarias a quienes han recibido de Dios el don del celibato apostólico y tienen plena disponibilidad para ocuparse de las peculiares labores apostólicas del Opus Dei.
[6] Testimonio de Pedro Casciaro, 21 de julio de 1975, pp. 6-7 (AGP, serie A.5, 203-3-1).
[7] Cfr. P. CASCIARO, Soñad y os quedaréis cortos, p. 55.
[8] Testimonio de Pedro Casciaro, 21 de julio de 1975, p. 8 (AGP, serie A.5, 203-3-1).
[9] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, Minos, México 1990, n. 99.
[10] Guion de una meditación.
[11] Cfr. testimonio de Pedro Casciaro, 19 de marzo de 1978, p. 2 (AGP, serie A.5, 203-3-2).
[12] Cfr. ibid.
[13] Ibid.
[14] J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, op. cit., n. 17.
[15] Cfr. testimonio de Pedro Casciaro, 19 de marzo de 1978, pp. 2-3 (AGP, serie A.5, 203-3-2).
[16] Ibid., p. 3.
[17] Ibid., p. 4.
[18] Ibid., pp. 4-5.
[19] Cfr. J. RUIZ, El Terror Rojo. Madrid 1936, Espasa, Barcelona 2012, pp. 31-38.
[20] Cfr. A. VÁZQUEZ DE PRADA, El Fundador del Opus Dei, op. cit., vol. I, p. 578. Su madre y sus hermanos también dejaron aquella casa.
[21] Cfr. M. ÁLVAREZ TARDÍO — R. VILLA GARCÍA, 1936, fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, Espasa, Barcelona 2017, pp. 522-525. Según afirman estos autores, la revisión de las actas electorales estuvo en manos de una comisión parlamentaria que alteró el escrutinio. «Las alteraciones de la Comisión de Actas harían engordar la mayoría del Frente Popular con 23 nuevos escaños (...). Siendo esto grave, lo fue todavía más que esa cifra se añadiera a los entre 29 y 33 escaños que las izquierdas sumaron gracias a las alteraciones ocurridas en la primera vuelta electoral. De este modo, ha quedado demostrado que algo más del diez por ciento del total de los escaños de las nuevas Cortes, más de medio centenar, no fue fruto de una competencia electoral en libertad» (ibid., pp. 523-524).