En botas de astronauta. Julio Serrano

      

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      A Marco la libertad le venía del corazón y de su fabuloso peinado. Agarraba las cosas con la mano izquierda, seguía el camino de las hormigas y cantaba; desafinadísimo, pero cantaba todo el tiempo.

      Un día despertó y sus zapatos no estaban junto a la cama. Se levantó y se puso a correr en calcetines.

      Buscó bajo la cama, debajo de la ropa, en el armario, en las gavetas, en la mochila de la escuela, entre sus libros de cuentos, en la caja del gato, en su escondite del patio, y nada.

      Encontró el sombrero de uno de sus muñecos, pero no sus zapatos.

      A la mañana siguiente, Marco descubrió dos enormes botas junto a su cama. Eran muy raras, muy bonitas y sobre todo, muy grandes. ¿Serían unas botas de astronauta?

      Corrió al cuarto de su mamá para agradecerle aquel regalo extraño y bello. Ella estaba tan sorprendida como él: ¿de dónde habían salido esas botas?