Y la tierrra estaba llena de violencia. Harold Segura. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Harold Segura
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религиозные тексты
Год издания: 0
isbn: 9789972701948
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orígenes y el sentido de la creación y la historia”. En ellos se narra “el origen de la vida y la muerte, de la violencia y el amor, de la fidelidad y la traición”. Así, “lo real narrado no siempre es el hecho en sí, sino más bien su significación y relevancia para la fe […]”4.

      El Génesis es, ante todo, una narración con sentido antropológico que nos remonta, según J. Severino Croatto, “a los orígenes”, para “buscar el sentido, orientarnos, explorar posibilidades, poner en juego a la divinidad, conectarse con el absoluto”. Cada relato está configurado “para decir algo sobre el presente, no sobre el pasado”5. En cada relato hay símbolos que guardan grandes verdades.

      Y al hablar acerca de la violencia, sí que nos resultan iluminadores los relatos del primer libro del Antiguo Testamento. Para nosotros, como cristianos y cristianas, no es suficiente considerar la violencia desde el ámbito social, político, cultural o jurídico, sino “en conexión con el pecado fundamental de la humanidad, tal como se describe” en el Génesis. Es desde este punto de vista como podemos abordar “la conexión estructural entre violencia y la competencia entre los seres humanos, la manipulación recíproca, el dominio de los seres humanos por otros, la desconfianza mutua, la religiosidad autojustificadora, etcétera”. En el fondo de la violencia nos encontramos con las pretensiones humanas autojustificadoras, egoístas y autodestructivas.

      En esta ocasión, la meditación bíblica se detendrá en una de las narraciones del Génesis (4.1–10), la que presenta el conflicto entre Caín y Abel y el posterior asesinato del primero a manos de su hermano. Esta procura ser una meditación cristiana que se pregunta por las raíces de la violencia, sus manifestaciones y sus consecuencias en el mundo actual. Sobre todo, se pregunta por el papel de las comunidades cristianas (iglesias, instituciones, organizaciones de servicio y otras más) en la promoción de la paz.

      Invitación al silencio y la oración

      (Juan Abelardo Schvindt)

      Señor, nuestro Dios:

      Guárdanos en este día,

      Presérvanos en Tu amor.

      Hoy queremos encomendarte los dolores de tantos pueblos agobiados:

      Por un cansancio impuesto

      Por un presente que los doblega

      Por una fatiga que no cesa

      Pero si así fuera, no habría salidas:

      Habrías venido en vano

      Y nuestra fe no tendría consistencia alguna

      Por ello queremos darte gracias, además, por las señales de esperanza que continúas despertando:

      En la resistencia de quienes promueven la dignidad de las personas

      En las sonrisas —en medio de tantas lágrimas— aún posibles

      En la ternura que aún sueña y camina tras otro mundo posible:

      Lejos de la soberbia de los mesiánicos,

      de los que han olvidado la medida de humanidad con que hemos sido bendecidos.

      Señor, nuestro Dios:

      Guárdanos en este día,

      Presérvanos en Tu amor.

      Gracias por esta comunión de hombres y mujeres

      Que no renuncian a la visión de tu Reino

      Ni a la comprometida solidaridad que se inspira en tu voluntad:

      Y que se continúa revelando en la justicia,

      aunque parezca una quimera

      Y se anuncia en la paz,

      aunque parezca inalcanzable

      y se vive en una renovada esperanza,

      aun en medio de tanta desesperanza.

      Pero nosotros sabemos:

      Lo que nos ocurre no puede ser el fin,

      porque confiamos en Tu promesa

      y no nos abandonas a pesar de nuestras infidelidades

      Por ello pedimos, Señor nuestro Dios:

      Guárdanos en este día

      Presérvanos en Tu amor

      En Ti confiamos

      No seremos defraudados. Amén.

      Encuentro con la Palabra

      Lectura del texto bíblico

      Génesis 4.1–10 (Nueva Versión Internacional, nvi)

      1El hombre se unió a su mujer Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: «¡Con la ayuda del Señor, he tenido un hijo varón!»

      2Después dio a luz a Abel, hermano de Caín. Abel se dedicó a pastorear ovejas, mientras que Caín se dedicó a trabajar la tierra.

      3Tiempo después, Caín presentó al Señor una ofrenda del fruto de la tierra.

      4Abel también presentó al Señor lo mejor de su rebaño, es decir, los primogénitos con su grasa. Y el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda.

      5Pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo.

      6Entonces el Señor le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo?

      7Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo».

      8Caín habló con su hermano Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató.

      9El Señor le preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel? —No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?

      10—¡Qué has hecho! —exclamó el Señor—. Desde la tierra, la sangre de tu hermano reclama justicia.

      Momento de silencio

      …

      Segunda lectura del texto bíblico

      Génesis 4.1–10 (Biblia de Jerusalén, 1986)

      1El hombre se unió a Eva, su mujer, y ella concibió y dio a luz a Caín. Entonces dijo: “He procreado un varón, con la ayuda del Señor”.

      2Más tarde dio a luz a Abel, el hermano de Caín, Abel fue pastor de ovejas y Caín agricultor.

      3Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo,

      4mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda,

      5pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza.

      6El Señor le dijo: “¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja?

      7Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo”.

      8Caín dijo a su hermano Abel: “Vamos afuera”. Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató.

      9Entonces el Señor preguntó a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?”. “No lo sé”, respondió Caín. “¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?”.

      10Pero el Señor le replicó: “¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo.

      Observaciones generales:

      • ¿Qué palabras o expresiones me han impresionado más al leer estos textos?

      El