Cavilaciones sobre un ruido
No había duda de que lo que salía del altavoz era una voz. No se sabía qué decía, pero sí que era una voz. «Un sonido extraño… ¡No! Una voz extraña».
Takao estaba contento. Movía los diales mientras escuchaba extasiado esos sonidos extraños. Lo que le satisfacía no eran las extrañas voces, sino su nuevo receptor que le había llevado tanto tiempo armar.
—Excelente, ¡excelente! ¡Por fin funciona!
Mientras se felicitaba a sí mismo con una sonrisa, pensaba en por qué funcionaba la instalación con cableado provisorio y no el circuito cuidadosamente diseñado.
—Qué extraño. Cuando hice el circuito original lo revisé tantas veces que no debería haber habido problemas con los cables.
No lograba entenderlo. Después revisaría con cuidado el circuito provisorio. Quería que quedase tal como el anterior, pero quizá había alguna diferencia. Le hubiera gustado revisarlo en ese momento, pero no tenía tiempo. Como sea, el transmisor ya estaba captando señales.
—Veamos… ¿Qué estará diciendo?
Fue solo entonces cuando Takao prestó atención a lo que salía por el altavoz, un fenómeno de señal misteriosa.
—Algo está diciendo. La entonación parece japonesa, pero no se entiende nada. ¡Ah! Además de distorsión, hay ruido mezclado. Intentaré eliminar el ruido.
Era la clase de ruido que se mezcla en las propias ondas. Takao conocía la técnica para deshacerse de él, así que trajo e instaló inmediatamente los dispositivos necesarios.
Al hacerlo, el sonido captado por el receptor se hizo más nítido. El desagradable ruido había desaparecido, pero lo que quedó fue una voz desarticulada. No era claro lo que decía.
No había manera de corregir la distorsión. Aunque la hubiese, el problema podría estar relacionado con defectos de las partes del aparato o de la válvula termoiónica. Takao ya los había examinado bien, por lo que estaba seguro de que la distorsión no se debía a su receptor. Se trataba entonces de un problema previo a la recepción.
Cuando su investigación llegó a este punto, Takao soltó un suspiro: sólo había llegado a la mitad del proceso. Lo complicado estaba por venir. Era algo sumamente difícil de abordar, pero Takao no iba a rendirse.
Suponiendo que la distorsión era parte de las ondas captadas, ¿cómo se había generado?
La causa debía radicar en alguna falla del dispositivo de transmisión en el que se originaron las señales. Esto no era extraño. Mal uso de los dispositivos para la modulación, micrófonos en mal estado, mala ubicación de los amplificadores eléctricos, cualquiera de estas podría ser causa de distorsión. Aunque era razonable pensar que una estación de radio grande no cometería semejante torpeza, podía deberse, como con cualquier distorsión, a un radiotransmisor construido por un principiante, al uso involuntario de un transmisor averiado o en mal estado, o incluso a una interferencia de otro lugar. Existen otras posibles causas, pero las que acabamos de enumerar son las más citadas.
En realidad, la lista no terminaba allí. Quedaba aún la posibilidad de que la fuente de la voz no estuviese en condiciones de articular algo diferente. Que, por ejemplo, el micrófono haya captado la voz de una persona incapaz de modular por efecto del alcohol o que un anciano casi centenario estuviera declarando su testamento en su lecho de muerte. La voz estaría considerablemente distorsionada en ese caso.
También podría ser la voz de una persona de pronunciación poco clara frente al micrófono. Podría tratarse de un extranjero que, recién iniciado en el estudio del japonés, tuviese problemas para pronunciar.
—¡Esas son todas las causas que se me ocurren!
Habiendo enumerado prácticamente todas las situaciones posibles, Takao suspiró aliviado. Ahora quedaba escoger una.
Takao se puso a escuchar atentamente la voz que salía por el altavoz del techo.
—¡Qué voz más espeluznante! No sé qué pueda estar diciendo, pero voy a grabarla para tener la referencia.
Takao saltó del asiento. Fue a buscar a toda prisa una grabadora a la habitación contigua.
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