—¡Top! —Dije y me fui.
Las lágrimas brotaban desconsoladas de los ojos de Jessica. Sus amigas Anna y Julieta la observaban entristecidas.
—La muy zorra me quitó a Gastón. ¡Él me dejó… ¡buaaaaaa! —lloraba la chica.
—¿Acaso será porque tú le quitaste a Louis? —Preguntó Anna.
—No pensé que fueran en serio, creí que solo estaba jugando con él…
—Ok… ok, pero esto no puede ser tan malo… dejando de lado que perdiste al chico más apuesto de toda la escuela… —intentó explicar Anna.
—¡Buaaaaa! —continuó llorando Jessica.
—En fin, lo que digo es que, si Sophia Laurent, quien puede tener a cualquier chico que quiera, se fijó en Gastón solo porque tú le robaste a Louis, esto significa que Louis le importa… puede ser que hayamos encontrado su punto débil… —dedujo Anna.
—No lo había pensado así… tengo a Louis conmigo… —El llanto de Jessica se transformó de inmediato en una sonrisa malévola.
—Por ahora… —remarcó Anna acomodando su cabello brillante.
—¿Qué? —Preguntó sorprendida.
—Si ella quisiera recuperarlo ¿crees que él se resistiría? —Expresó con cierta ironía.
—¡Qué mala amiga eres! ¿Por qué me dices eso?
—Digo que debes asegurarte de que Louis no te deje… tienes que darle algo que Sophia no le daría…
—Te refieres a… —tragó saliva— ¿mi virginidad? —Se asustó Jessica.
—No creo que sea necesario tanto, ¿acaso crees que Sophia le dará tan solo un beso?
—Es cierto con un buen beso alcanzará… le voy a meter la lengua hasta el estómago a ese inútil y le voy a demostrar a esta perra quién soy yo…
*
Era la primera vez que había un hombre en mi habitación. Gastón se acercaba a mí mientras que hablaba, estaba sentado justo al borde de mi cama y se iba corriendo con movimientos disimulados para llegar a mí. En un momento comenzó a acercar su boca a la mía con aires de playboy. Olvidando que estaba Sophia Laurent y que lo que funcionaba con las otras retardadas no funcionaría nunca conmigo. Lo primero que se me vino a la mente fue cuestionarme por la marca de crema dental que usaba. Quizás debía preguntarle, supongo que ninguna chica besa a un chico que usa una pasta dental de segunda marca.
—Aguarda un momento. Tú ¿no estabas saliendo con nadie? —Interrogué con un tono musical. En serio, deberían oír lo bella que es mi voz.
—A decir verdad, sí, estaba saliendo con una compañera tuya… con Jessica… pero la dejé por ti —respondió al instante un poco inseguro.
—¿Con Jessica? —Fingí sorprenderme— bien que la dejaste, pero eso no es suficiente. Necesito verlo y que todos vean que ahora que estás conmigo nunca volverás con ella, que no puede competir conmigo. Quiero que se lo dejes en claro y quiero verlo, no te creeré hasta que lo vea.
—Es muy cruel hacerle eso. ¿Por qué lo harías? Es decir ¿por qué quieres que lo haga? —La expresión de Gastón pareció desilusionada, aquí tuvo una real oportunidad de conocer mis intenciones, pero es hombre… tienen un cuerpo y un rostro como el mío en frente y se convencen de lo que su estupidez les dicta.
—Porque ella me odia y quiero marcarle una diferencia. Además, si me hubieras dicho que estabas saliendo con alguien nunca me hubiera acercado a ti —puse carita de buena y mentí. Ok, está bien, intenté poner carita de buena, pero no me salió. De todas maneras, repito: es hombre, creerá lo que yo le diga que crea.
—Está bien… —dijo no muy convencido.
—Si prefieres no salir conmigo… —le comenté a modo de amenaza diplomática.
—No, no… sí quiero salir contigo. Lo haré. Pero no voy a humillarla delante de todos, solo delante de ti.
—¡Top! —Gastón tenía principios. Les dije que respetaba eso. Era un poco menos idiota que el resto de los chicos.
*
Bueno quiero que se enteren de una vez que odio narrar todas las superficialidades que ocurren, esta es mi novela y la cuento como quiero, y si no les gusta es porque no están a mi nivel intelectual super sensacional. Así que, si esperan eso, mejor vayan a leer cuentitos de niñas estúpidas con ositos, perritos y finales felices. Les voy advirtiendo que no voy a estar contando que amaneció una vez más, que fui nuevamente a esa escuela de fracasados y bla, bla, bla… usen el cerebro y dense cuenta de cuándo ha transcurrido un día y cuando no.
Crucé mis brazos delante de Jessica. Gastón parecía algo inquieto. Dudaba de lo que estaba haciendo.
—Como sabes, Jessica, estoy saliendo con Sophia, así que no quiero que te me acerques ni me que envíes textos o audios en WhatsApp, ni que me sigas en Facebook o Instagram.
La chica desengañada trataba de contener el llanto, solo lo hacía porque tenía mi cínica mirada frente a ella sonriendo con malicia. Pero no mostrando una sonrisa evidente, todo lo contrario; mi sonrisa era ilegible, solo se notaba en el brillo de mis ojos.
—¿También quieres que cancele la suscripción a tu canal de Youtube? —Preguntó.
—No, eso no… sabes bien que necesito suscriptores si quiero ser youtuber...
Yo lo pateé en los tobillos.
—Sí, cancela la suscripción —se resignó Gastón.
—Muy bien —dijo Jessica a punto de llorar— pero espero que sepas que soy una mujer muy rencorosa y orgullosa. Cuando esta zorra deje de jugar contigo vas a volver arrastrándote y yo no te voy a perdonar nunca que me hayas dejado por ella.
La tomé de la nuca y la traje hacia mí.
—Vuelve a decirme zorra y te revuelco por todo el piso.
Jessica se asustó, sabía que yo no hablaba en broma. Era bueno que me temiera, me hacía sentir poderosa.
—Ahora ¡lárgate! —Le ordené tronando los dedos.
Jessica se fue conteniendo las lágrimas y Gastón la miró abandonar el lugar con cierto grado de culpa. No le gustó para nada lo que hizo, eso se notaba.
—Bueno —se acercó seductor— ahora podemos volver a lo del beso —aproximó su rostro al mío y yo lo aparté.
—No habrá ningún beso. ¿Acaso crees que un chico que salió con esa perdedora tendría alguna oportunidad conmigo? Estás loco… adiós.
—Eres de lo peor, una bruja sádica y manipuladora. ¿Con qué necesidad me hiciste humillarla así, si no querías nada conmigo?
—Oh! No me culpes por lo que tú mismo hiciste… nadie te ha puesto una pistola en la boca, humillaste a esa pobre chica que sentía algo por ti solo porque eres hombre y egoísta, y te dominan tus hormonas. Es más, la dejaste por mí antes de que yo te pidiera nada… tú eres el sádico, te alzas como un perrito en celo, corres detrás de cualquier falda y caes en lo más bajo solo por conseguir sexo.
Gastón se quedó callado. No supo qué decir.
—Además ¿crees que no me di cuenta de que esos pantalones los conseguiste en un outlet de rebaja? Puedo notar una falla de fábrica a kilómetros… nunca saldría con un chico que usa ropa de segunda… —me retiré del lugar. Gastón me miró con odio y apretó sus puños, juro que, si no fuese mujer, me hubiera dado un puñetazo en el rostro.
Ahora solo debía asegurarme de que todos me vieran con Louis. Tardaría segundos en viralizarce y en llegar a oídos de esa mugrosa, apestosa, piojosa. Jessica