¿Qué estabas esperando?. Paul David Tripp. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Paul David Tripp
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религиозные тексты
Год издания: 0
isbn: 9781629460024
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durante su cortejo; ahora solía irritarla más que interesarle. Parecía que Bernardo estaba perennemente insatisfecho con la desorganización de la vida que vivían juntos. Él se quejaba constantemente de lo desordenado de la casa y siempre le estaba diciendo a Gabriela como podía ser más eficiente. Para Gabriela él parecía frío, distante y constantemente a punto de enojarse.

      Bernardo también tenía conflicto. Gabriela parecía más interesada en hablar por horas en el teléfono que en cuidar de sus hijas y de la casa. Él estaba cansado de ver a aquella mujer que era tan hermosa viviendo ahora en sudadero y luciendo como si se acabara de levantar. Sabía que era ofensivo pensar estas cosas, pero lo hacía. Parecía que Gabriela raramente tenía lista la cena cuando él llegaba a la casa y nunca parecía ser capaz de acostar a las niñas temprano.

      Gabriela se preguntaba silenciosamente a dónde se había ido el hombre que la había atraído. Bernardo podía vestirse como quisiera en su trabajo, y lo hacía. No tenía tiempo para hacer ejercicio y frecuentemente parecía comer a la carrera, así que comenzó a engordar. Con seguridad, él ya no era tan atento y amable como lo había sido en el cortejo. Para Gabriela se hizo más y más difícil convencerse de que esto era parte de su sueño. Los hechos eran los hechos, y Gabriela no podía evadirlos. La vida era dura e iba a ser así por un tiempo.

      Al principio, Gabriela y Bernardo se unieron y trataron de salir adelante juntos, pero eso no duró. Gabriela estaba muy decepcionada por lo que su vida había llegado a ser y por cómo Bernardo la trataba. Bernardo estaba frustrado de que a pesar de sus intentos por ayudar a Gabriela, ella simplemente no quería cambiar. La desdicha silenciosa que ambos sentían no permaneció silenciosa mucho tiempo. Comenzó con breves comentarios para infligir culpa y leves observaciones de insatisfacción. Al poco tiempo cayeron en un patrón de altercados regulares. Ambos tenían mucho que decir y ninguno parecía dispuesto a escuchar. Mientras más discutían, más crecía la opinión negativa que tenían el uno del otro y de su matrimonio. Ninguno de los dos olvidará jamás la noche cuando Gabriela algo que los dejó marcados. Hacía tiempo que se veía venir, pero fue difícil seguir adelante una vez que se dijo.

      Ella lanzó las palabras una noche en que Bernardo llegó tarde a casa, a pesar de que las gemelas estaban enfermas y que Gabriela estaba exhausta. “Creo que cometí un gran error Bernardo. Cada día se me hace más difícil no lamentar haberme casado.” Eso cortó a Bernardo como un cuchillo. Ella sabía cuán duro él había trabajado por ella; sabía todas las cosas a las que él había renunciado por ella, ¡y ésta era su forma de darle gracias!

      El próximo día fue difícil para Bernardo venir a casa del trabajo. Era difícil tener que vivir con alguien que no quería realmente estar con él. Era difícil para Gabriela también; su sueño se había convertido en una pesadilla, y no sabía qué hacer.

      UNA BATALLA MAS PROFUNDA

      Pobres Gabriela y Bernardo – tan heridos, tan confusos, y deseando tanto volver el reloj atrás, pero ellos no sabían qué estaba pasando y cuál era el problema. Es duro arreglar algo que no entiendes, y más duro aún cuando piensas que tu problema es realmente la otra persona. Mientras Bernardo manejaba hacia el trabajo el próximo día, repasa las cosas buenas que había hecho para Gabriela. La terraza que le había hecho a la pequeña casa la hacía más visible. Las vacaciones, que realmente no podían costear, habían saneado algo la frenética vida de Gabriela con las gemelas. Su disposición a trabajar en casa los viernes había complicado su vida laboral, pero estaba dispuesto a hacerlo por Gabriela. Él no podía creer la forma en que ella había estado actuando, y era aún más difícil creer que había dicho esas cosas.

      Gabriela estaba herida también. Se pasó la mayor parte del próximo día en una espiral emocional. Si, lavó alguna ropa y cuidó de las necesidades de las gemelas, pero realmente no estaba allí. Cuando derramó el café, comenzó a llorar y le costó dejar de hacerlo. ¡No se supone que fuera así! La vida con Bernardo era todo lo que había deseado. Podía aceptar el embarazo no esperado. Podía aceptar la casa pequeña. Podía aceptar las largas horas de Bernardo. Pero su frialdad y constante irritación eran cosas que nunca pensó que tendría que enfrentar. Simplemente no les encontraba sentido. Tal vez él lamentaba haberse casado con ella. Tal vez estaba teniendo una aventura amorosa. Quizás él quería separarse y no sabía cómo decírselo. Su mente estaba agitada y su corazón quebrantado, pero no sabía qué hacer.

      Tristemente, muchas parejas han arribado a este punto. Sí, los detalles son diferentes, pero han llegado allí de todas formas. La dulzura se ha evaporado de su matrimonio. La amistad se ha disipado. La persona que cortejaron no parece ser la persona con la que viven ahora. Hay distancia, frialdad, impaciencia y conflicto que no estaban allí al principio. A veces una pareja se ajusta a la guerra fría, a veces se ajusta a una tregua marital, y a veces se provocan el uno al otro como si buscaran una oportunidad para expresar su insatisfacción. A veces se vuelve una guerra frontal. A veces se esconden detrás de sus ocupaciones. Tristemente, muchas parejas simplemente se separan sin nunca entender lo que le sucedió a esa relación que una vez les trajo tanto gozo.

      Son pocas las parejas que entienden lo que se necesita entender para que un cambio permanente tome lugar en su matrimonio. Ellas piensan que la batalla es con su cónyuge, o que las circunstancias en que se encuentran son las que tienen que cambiar. Pero he aquí la realidad: todas las batallas horizontales son el fruto de una guerra más profunda. La guerra más importante, la que se debe ganar, no es la que tiene el uno con el otro, sino la guerra que se libra dentro de cada uno individualmente. La victoria en esta guerra se trata de un verdadero cambio.

      ¿ATRACCIÓN O AMOR?

      La manera de comenzar a entender esta guerra más profunda es mirando al inicio del cortejo y del matrimonio de las parejas. Considerar el inicio de la relación entre Gabriela y Bernardo nos ayudará aquí. Déjeme sugerir algo que molestará a algunos de ustedes, y que luego explicaré. Tal vez desde el mismo principio, lo que Gabriela y Bernardo prensaron que era amor, no era amor. Ahora, para ayudarlo a entender esta posibilidad, tengo que llevarlo por un pequeño recorrido bíblico.

      He escrito antes acerca de lo que 2 Corintios 5.14-15 dice sobre la naturaleza fundamental del pecado, pero pienso que es particularmente útil aquí. El pasaje dice, “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” El apóstol Pablo resume aquí lo que el pecado nos hace a todos. El pecado se vuelve contra nosotros. Hace que empequeñezcamos nuestras vidas según los estrechos confines de nuestro pequeño auto definido mundo. Nos hace empequeñecer nuestro foco, motivaciones e intereses conforme al tamaño de nuestros deseos, necesidades y sentimientos. Hace que nos centremos extremadamente en nosotros mismos y en nuestra importancia. Hace que lo que más nos ofenda sean las ofensas contra nosotros mismos y que lo que más nos interese sean nuestros propios intereses. Hace que nuestros sueños sean egoístas y que hagamos planes orientados hacia nosotros mismos. ¡Por causa del pecado, realmente nos amamos y tenemos un plan maravilloso para nuestras vidas!

      Todo esto significa que el pecado es esencialmente antisocial. Realmente no tenemos tiempo para amar a nuestro cónyuge en el más completo sentido de la palabra porque estamos demasiado ocupados amándonos a nosotros mismos. Lo que realmente queremos es que nuestro cónyuge nos ame tanto como nosotros nos amamos y si él o ella está dispuesto a hacerlo tendremos una maravillosa relación. Así que tratamos de reclutar a nuestra esposa para que se someta voluntariamente a los planes y propósitos de nuestro claustrofóbico reino unipersonal.

      Pero hay más. Puesto que el pecado es antisocial tiende a deshumanizar a la gente en nuestras vidas. Ellas dejan de ser el objeto de nuestro afecto voluntario, la gente a quien gozosamente amamos; en lugar de eso se convierten en una de dos cosas. O vehículos que nos ayudan a conseguir lo que queremos u obstáculos obstruyendo el camino de lo que queremos. Cuando tu cónyuge cumple las demandas de tus deseos, necesidades y sentimientos, te emociona y la tratas con afecto. Pero cuando se convierte en un obstáculo que obstruye tus deseos, necesidades y sentimientos, te cuesta esconder tu decepción, impaciencia e irritación.

      Es aquí