El esplendor de la actividad minera del siglo XVIII se había preparado desde el siglo XVII, cuando debido a la baja productiva se ampliaron las exploraciones de nuevos campos mineros que pudieron ser explotados de manera ventajosa en la primera década del siglo XVIII. El primer ciclo de auge de este siglo (1690-1752) se caracterizó por la explotación de minerales de plata, tanto de alta ley que se trataron por el método de fundición, como de baja ley que se beneficiaron por amalgamación. En el primer caso estuvieron las minas de Sombrerete, Zacatecas y Santa Eulalia;26 y en el segundo: Real del Monte, Guanajuato y Bolaños. Aunque en Zacatecas y Fresnillo se combinaron ambas.
De 1753 a 1767 se estancó la producción por el aumento en los costos, el agotamiento de las vetas superficiales y de alta ley, la escasez de mercurio y la baja en las inversiones, aunado a una crisis comercial mundial y a conflictos bélicos en los que se involucró España.
Durante el primer ciclo de esplendor del siglo XVIII no hubo una ayuda oficial espectacular; fue innecesaria porque se operó bajo condiciones satisfactorias. Ya se había discutido, en estas fechas, sin embargo el programa de ayuda a la minería, que se aplicó más tarde durante las reformas borbónicas.27
La baja productiva de mediados de siglo obligó a un cambio de política hacia el sector.
De 1767 a 1783, la amonedación de metales preciosos tuvo un crecimiento espectacular y conservó niveles altos, hasta los inicios de la Independencia (véase gráfica 6 del anexo estadístico). Este auge se dio sobre todo en los distritos de Guanajuato y Zacatecas, aunque hubo bonanzas temporales en Catorce, Rosario y Álamos. En este ciclo de apogeo se revivieron los centros mineros más antiguos y los tiros profundos.
El apoyo oficial fue esencial para hacer descender los costos y aumentar la rentabilidad; en particular, la baja del precio del azogue. Aunado a estas reformas hubo mejoramiento tecnológico, reorientación de capitales mercantiles hacia esta actividad, abastecimiento constante de mercurio, aparición de una clase amplia de trabajadores mineros bien adiestrados, nuevos hallazgos minerales y explotación de viejos filones, así como propietarios mineros cercanos al virrey, entre otros aspectos positivos.
Entre las innovaciones tecnológicas de esta época están el uso intensivo de la pólvora, diseños de tiros, extensión del uso del malacate y del arrastre, al igual que nuevos utensilios y materiales de trabajo.28
Según David A. Brading la causa del auge de la segunda mitad del siglo XVIII fue determinada, sólo al principio, por un cambio en la organización de los abastecimientos. Después de 1780 influyeron varios factores que se tradujeron en una reducción sensible de los costos y en un aumento de las utilidades. La prosperidad de fines del siglo XVIII, señala, se sostuvo y se fomentó por la participación del capital mercantil en la minería, a la que se aunó una gran disposición a reinvertir las utilidades.29
La minería novohispánica había alcanzado, a fines del XVIII, un alto grado de concentración de recursos: mucha mano de obra, bastimentos y maquinaria. Las grandes empresas dominaban los vigorosos campos mineros; y aunque también las minas menores y aisladas produjeron, a veces, cantidades elevadas de plata no existieron minas típicas de mediana importancia. La reducción de costos y la seguridad de la inversión hicieron rentables las grandes obras de desagüe y de extracción, así como las enormes haciendas de beneficio. Los dueños de los extensos campos mineros lograron hacer productiva su inversión y acumular elevados capitales, a la vez que anular la subordinación al capital mercantil.30
Los rescatadores de fines del siglo XVIII, no obstante, siguieron siendo prósperos gracias a las medianas y pequeñas explotaciones. La reducción de costos de extracción y refinación había beneficiado a estos propietarios mineros, que pudieron también expandir sus actividades. Parte de este sector, junto con el gambusinaje, mantuvieron la producción de plata en épocas recesivas, tal como se apreciará en la revolución de Independencia y en el siglo XIX.
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21 Alejandro von Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Porrúa, México, 1966, pp. 385 y 398. [regresar]
22 Enrique Florescano e Isabel Gil, "La época de las reformas borbónicas y el crecimiento económico, 1750-1808", en Historia general de México, vol. II, El Colegio de México, México, 1976, pp. 264-270. [regresar]
23 John Coatsworth, "La industria minera mexicana en el siglo XVIII", en Los orígenes del atraso. Nueve ensayos de la historia económica de México en los siglos XVIII y XIX, Alianza Editorial, México, 1990 [la versión original en inglés es de 1986]; y Pedro Pérez Herrero, "Los beneficiarios del reformismo borbónico: metrópoli versus elites novohispánicas", en Historia Mexicana, vol. XII , núm. 2, México, 1991, pp. 207-263. Pedro Pérez Herrero trató también el tema en 1989 en "El crecimiento económ ico novohispánico durante el siglo XVIII", en Revista de Historia Económica del Centro de Estudios Constitucionales de la Universidad Carlos III, vol. VII, núm. 1, Madrid, pp. 69-110. [regresar]
24 Pedro Pérez Herrero, "Los beneficiarios del reformismo borbónico: metrópoli versus elites novohispánicas", op. cit., p. 240. [regresar]
25 Cuauhtémoc Velasco Ávila, "La minería novohispánica: transición al capitalismo y relaciones de producción", tesis de licenciatura, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México, 1982, pp. 73-75; y del mismo Cuauhtémoc Velasco Ávila y otros autores: Estado y minería en México (1767-1910), op. cit., pp. 29-39. [regresar]
26 Para el caso de Santa Eulalia véase Phillip Hadley, Minería y sociedad en el centro minero de Santa Eulalia, Chihuahua, (1709-1750), FCE, México, 1979. [regresar]
27 Cuauhtémoc Velasco Ávila et al, Estado y minería en México (1767-1910), op. cit., p. 32. [regresar]
28 Enrique Florescano e Isabel Gil, op. cit., p. 266. [regresar]
29 David A. Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico, 1763-1810, FCE, México, 1975, p. 217. [regresar]
30 Ibidem, p. 189. [regresar]
La crisis minera durante la guerra
de Independencia
EL CICLO DE AUGE de la minería novohispánica del siglo XVIII acabó en 1810, con el inicio