que el recorrido por ese pretérito resulta tan impredecible como cualquier aventura hacia el futuro y, por lo visto, igual que cualquier posible conclusión en torno a nuestro enrevesado presente. Con todo, consta que ante los ojos del México de hoy se filtra como una inesperada neblina lo que conocemos como conciencia nacional y que bien puede nombrarse Benito Juárez, así al defender nociones de nuestro territorio o reprobar el creciente imperio de los delincuentes, el siniestro ciclo vicioso de narcotraficantes o políticos corruptos; así al exhortar una vez más a la urgente necesidad de brindar educación e igualdad de oportunidades a todos los niños, salud pública a todos los ciudadanos y tantos otros renglones que demanda la gran nación que conformamos, el mosaico país de variadas formas y fórmulas, el mural policultural y multifacético, de sísmico equilibrio, difícil pero siempre ocurrente concierto, polifonía y solistas, trópico y desierto, llano y montaña, lengua española y mil otros idiomas, dialectos, climas, sabores, ritmos y colores... tal como lo supo Benito Juárez... tal como parece eso que llamamos conciencia.