Una Promesa De Gloria . Морган Райс. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Серия: El Anillo del Hechicero
Жанр произведения: Героическая фантастика
Год издания: 0
isbn: 9781632911469
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del Imperio. Deliberadamente extendió la mano sobre su hombro, levantó su arco, colocó una flecha y la sostuvo, preparado.

      Todos estaban mirando a Thor, y se sintió preparado para liderar.

      "O'Connor, cuando dé la señal, dispara. Después atacaremos a los que están abajo. Todos los demás, usen sus armas de arrojar cuando nos acerquemos. Traten de acercarse lo más que puedan primero".

      Thor hizo señas con la mano, y de repente, O'Connor soltó la cuerda.

      La flecha voló por el aire con un ruido silbante, y fue un tiro perfecto; su punta metálica perforó el corazón del soldado del Imperio. El soldado estaba parado allí, sus ojos se abrieron de par en par por un momento, como si no entendiera lo que estaba ocurriendo; después, repentinamente extendió sus brazos ampliamente y cayó hacia adelante, de bruces, en una zambullida de cabeza, cayendo en la arena con un chapoteo a los pies de sus compañeros, manchando la arena de rojo.

      Thor y los demás fueron al ataque, eran una máquina bien aceitada, sincronizados unos con otros. El sonido de sus caballos galopando los delataron, y los otros seis soldados se volvieron y los enfrentaron. Los soldados montaron sus caballos y fueron al ataque, preparándose para reunirse con ellos al centro.

      Thor y sus hombres todavía tenían la ventaja de la sorpresa. Thor estiró la mano hacia atrás y lanzó una piedra con su honda y golpeó a uno de ellos en la sien, a dieciocho metros de distancia, mientras estaba a punto de montar su caballo. Cayó de éste, muerto, con las riendas todavía en sus manos.

      Cuando ellos se acercaron, Reece lanzó su hacha, Elden su lanza y cada uno de los gemelos sus dagas. Las arenas eran irregulares y los caballos se resbalaban, haciendo que arrojar las armas fuera más difícil de lo habitual. El hacha de Reece encontró su marca, matando a uno de ellos, pero no le pegó  a los demás.

      Quedaban cuatro de ellos. El líder se separó del grupo, yendo directamente hacia Reece, que estaba desarmado; había lanzado su hacha pero no había tenido tiempo para sacar su espada todavía. Reece se preparó, y en el último segundo Krohn saltó hacia adelante, mordió al caballo del soldado en la pierna y el caballo se desplomó, su jinete cayó al suelo, salvándose Reece en el último momento.

      Reece sacó su espada y apuñaló al soldado, matándolo antes de que él pudiera ponerse de pie.

      Así quedaban tres. Uno de ellos vino por Elden con un hacha, balanceando por su cabeza; Elden la bloqueó con su escudo y con el mismo movimiento balanceó su espada y cortó el mango del hacha a la mitad. Elden entonces giró con su escudo y golpeó al atacante en un costado de la cabeza, derribándolo de su caballo.

      Otro soldado tiró un mayal de su cintura e hizo pivotar su larga cadena; el extremo con picos de repente se dirigió hacia O'Connor. Ocurrió muy rápido, y no había tiempo para que O'Connor reaccionara.

      Thor lo anticipó y fue hacia el costado de su amigo, levantando su espada y cortando la cadena del mayal, antes de golpear a O'Connor. Se escuchó el sonido de la espada cortando el hierro, Thor se sorprendió de lo afilada que era su espada nueva. La bola con pinchos salió volando sin causar daño al suelo y se alojó en la arena, salvando la vida de O'Connor. Después, Conval apuñaló al soldado con una lanza, matándolo.

      El último soldado del Imperio vio que estaba en desventaja; con temor en sus ojos, se volvió de repente y se fue, corriendo por la orilla; las huellas de su caballo dejaban profundas marcas en la arena.

      Todos ellos pusieron su mirada en el soldado que se retiraba. Thor lanzó una piedra con su honda, O’Connor tomó su arco y disparó y Reece arrojó una lanza. Pero el soldado cabalgó demasiado erráticamente, el caballo se sumergía en la arena, y todos fallaron.

      Elden sacó su espada y Thor pudo ver que estaba a punto de ir tras él. Thor tendió una mano y le hizo una señal para que se quedara quieto.

      "¡No!", gritó Thor.

      Elden se volvió y le miró.

      "¡Si sobrevive, enviará a otros tras nosotros!", protestó Elden. Thor se dio vuelta y miró al barco y sabía que tomaría un tiempo valioso cazarlo – tiempo que no tenían. "El Imperio vendrá tras nosotros, pase lo que pase", dijo Thor.

      "No tenemos tiempo que perder. Lo más importante ahora es que nos alejemos de aquí. ¡Al barco!".

      Desmontaron mientras llegaban al barco y Thor metió la mano en su silla y comenzó a vaciar todas sus provisiones, mientras los demás hacían lo mismo, cargando las armas y sacos de comida y agua. Nadie sabía cuánto tiempo tomaría el viaje, cuánto tiempo pasaría hasta que volvieran a ver tierra – si volvían a verla alguna vez. Thor también llevó comida para Krohn.

      Lanzaron los sacos por encima de la barandilla del barco; aterrizaron en la cubierta superior con un golpe seco.

      Thor agarró la cuerda gruesa, anudada, que colgaba de un lado; la cuerda áspera que cortaba sus manos y la probó. Colocó a Krohn encima de su hombro, el peso de las dos ponía en prueba a sus músculos y subió hacia la cubierta. Krohn se quejó cerca de su oído, abrazando a su pecho con sus garras afiladas, aferrándose a él.

      Pronto Thor estaba encima de la barandilla, Krohn saltando hacia la cubierta – y los demás los siguieron de cerca. Thor se inclinó y vio hacia abajo a los caballos en la playa, que miraban hacia arriba, como esperando una orden.

      "¿Y qué pasará con ellos?", preguntó Reece, acercándose a su lado.

      Thor se volvió y analizó el barco: tal vez medía seis metros de largo y la mitad de ancho. Era lo suficientemente grande para ellos siete, pero no para sus caballos. Si intentaban llevarlos, los caballos podrían pisotear la madera, dañar el barco. Tuvieron que abandonarlos.

      "No tenemos elección”, dijo Thor, mirándolos con nostalgia. "Tendremos que encontrar a otros nuevos".

      O'Connor se inclinó sobre el riel.

      "Son caballos inteligentes", dijo O'Connor. "Yo los entrené bien. Volverán a casa cuando se los ordene".

      O'Connor silbó agudamente.

      Al unísono, los caballos se dieron vuelta y escaparon, corriendo por la arena y desapareciendo en el bosque, dirigiéndose hacia el Anillo.

      Thor se volvió y miró a sus hermanos, en el barco, al mar frente a ellos. Ahora quedaron varados, sin caballos, no tenían ninguna otra opción mas que seguir adelante. Empezaban a asimilar la realidad. Estaban verdaderamente solos, sin nada más que este barco, y a punto de irse de las costas del Anillo para siempre. Ya no había marcha atrás.

      "¿Y cómo vamos a conseguir meter a este barco en el agua?", preguntó Conval, mientras todos miraban hacia abajo, a cuatro metros y medio del casco.  Una pequeña parte de él estaba en el vaivén de las olas del Tartuvio, pero la mayoría estaba en la arena.

      "¡Vengan aquí!", dijo Conven.

      Se apresuraron hacia el otro lado, donde una gruesa cadena de hierro colgaba sobre el borde, en cuyo fondo estaba una bola de hierro inmensa, varada en la arena.

      Conven se inclinó y tiró de la cadena. Gimió y luchó, pero no pudo levantarla.

      "Es demasiado pesada", dijo gruñendo.

      Conval y Thor se apresuraron y le ayudaron y mientras los tres agarraban la cadena y tiraban de ella, Thor se sorprendió por su peso: incluso con los tres de ellos jalando, solo podían levantarla unos centímetros. Finalmente, todos la soltaron, y cayó en la arena.

      "Déjenme ayudar", dijo Elden, avanzando.

      Con su enorme tamaño, Elden era más alto que ellos y se inclinó y tiró de la cadena y logró levantar la bola en el aire. Thor estaba asombrado. Los demás se pusieron de pie de un salto y jalaron al unísono, subiendo el ancla treinta centímetros a la vez y finalmente encima de la barandilla y sobre la cubierta.

      El barco empezó a moverse, balanceándose un poco en las olas, pero permanecía varado en la arena.

      "Las pértigas", dijo Reece.Thor se volvió y vio dos postes de madera, de casi seis metros de longitud, montados a los costados del barco y se