Las palabras del Jefe te alarman, no te sorprende que hayan borrado tu pasado, parece claro que quieren que desaparezcas, piensas en contarle toda tu historia, necesitas ayuda para recuperar tu vida.
– ¿Cómo sé que puedo confiar en ti? – Preguntas con decisión. – ¿Qué no me matarás?
– No lo sabes, pero creo que soy tu mejor opción aquí dentro. Por lo que veo tienes unos enemigos muy poderosos, ¿quiénes?, ¿el gobierno?, ¿el ejército?, ¿la mafia?
– ¿Y para cual de ellos trabajas tú? Tu celda no es precisamente normal.
Piensas que esos privilegios que tiene deben ser por algo. El Jefe responde a tu pregunta.
– Yo no trabajo para nadie, sobrevivo aquí dentro y desafío al poder. Digamos que tengo información delicada de varios altos cargos.
– ¿Si te digo la verdad me devolverás mi teléfono?
El Jefe acepta el trato, teléfono por información.
– Todo tuyo, lo tendrás cuando sepa que estás de mi parte. El teléfono está completamente borrado y no tiene línea.
– Descubrí una gran trama de corrupción de la empresa ARTUS, la propietaria de esta y otras muchas prisiones del país. Falsificaban documentos para obtener grandes cantidades de dinero público. Hay muchos altos cargos de la policía y del gobierno implicados.
El Jefe reflexiona y trata de completar tu historia.
– Hm, muy interesante. Entiendo que trabajabas en algún tipo de departamento público como investigador, lo más normal es que te hubieran puesto una medalla por tu trabajo, pero creo que le contaste todo esto a la persona equivocada, déjame adivinar, ¿un comisario de la policía?
– Exactamente. – Te echas las manos a la cabeza al recordar ese momento. – Mi superior, el comisario jefe de asuntos internos, ¿cómo podía estar implicado? Todavía me cuesta creerlo. Organizaron mi desaparición en cuestión de minutos, unos policías me secuestraron de camino a mi casa y me acusaron de asesinato, obviamente no me dejaron comunicarme con nadie y aquí he terminado.
El Jefe parece haberse interesado realmente por tu historia. Pone su mano en tu hombro y te da ánimos.
– Tranquilo “nuevo”, has tenido la suerte de conocerme. Desde hace tiempo quiero ver hundida a la empresa ARTUS y tú me acabas de dar el arma que necesito, un escándalo público. Vamos a trabajar juntos y vamos a conseguir que salgas de esta prisión y cuentes toda tu historia en los medios de comunicación.
Las palabras del Jefe te animan, necesitas un aliado poderoso con contactos y capaz de abrir puertas. Te interesas por el plan a seguir.
– ¿Qué vamos a hacer?
– Solo tendremos una oportunidad así que habrá que planearlo muy bien. Para empezar, toma esto. – El Jefe te ofrece una pequeña botellita de plástico con un líquido verde en su interior. – Si bebes este líquido, conocerás a Cristina. Debes decirle que el Jefe necesita somníferos, puedes utilizar la palabra “telaraña” en caso de que no quiera colaborar, es mi contraseña personal. Si aun así no te los quiere dar, recuérdale que su hijo Mario tiene clases de karate los martes a las 18:00.
– ¿Qué es este líquido? Es la primera vez en mi vida que veo algo así.
– Tú confía en mí y saldrás de este lugar sin que nadie se entere. Recuerda, bébete todo el líquido cuando llegues a tu celda.
El Jefe se despide de ti con un fuerte apretón de manos. Seguidamente golpea la puerta tres veces y Valero la abre desde el otro lado. El veterano guardia te conduce a través de los pasillos hasta tu celda.
– Vamos “nuevo”, el paseíto ha terminado.
Te sientas en la cama, tu compañero Armando está durmiendo, coges la pequeña botella que el Jefe te ha dado, podría ser veneno, o quizás algún tipo de relajante, o incluso alguna sustancia alucinógena. No sabes bien qué hacer, no sabes si puedes confiar en el Jefe, ves que tu compañero tiene sobre su mesita de noche un vaso lleno de zumo de manzana.
Si haces caso al Jefe y bebes el líquido verde, ve a la página 33
Si decides verter el líquido en el vaso de Armando, ve a la página 29
…
Es tu oportunidad, ahora o nunca, Valero está distraído gritando a través de la ventanilla de una celda. No lo piensas dos veces, corres con todas tus energías en dirección a la puerta, la abres de un golpe y continúas corriendo por el pasillo, algunos presos te animan con sus gritos.
– ¡Vamos! ¡Escapa!
Escuchas como Valero te persigue, el veterano vigilante tiene una buena condición física para su edad. Te diriges hacia el patio, no sabes con certeza cuáles serán tus siguientes pasos, sin embargo, tu objetivo está claro: huir.
Piensas en milésimas de segundo, te diriges hacia la valla, con un poco de suerte no habrá ningún guardia en la torre y conseguirás saltarla antes de que Valero te atrape.
Abres la puerta del patio de una patada, miras rápidamente a tu alrededor, el vigilante está en la torre utilizando su teléfono, todavía no te ha visto, corres en dirección a la valla, Valero sale por la puerta y grita.
– ¡Alto!
El guardia de la torre te ve, toca el botón de alarma al tiempo que carga su escopeta de bolas, la sirena de emergencia empieza a sonar por megafonía.
Corres desesperadamente, sabes que ya no hay vuelta atrás. De un potente salto llegas hasta la mitad de la valla, trepas hasta la parte superior donde tu ropa se enreda con el alambre de espino. Sientes dolor, puedes ver la sangre corriendo por tus brazos, no te importa, desde arriba de la valla ves el bosque que está fuera de la prisión, la libertad. Con un movimiento fuerte consigues liberarte del alambre, caes al otro lado de la valla, puede que te hayas roto un pie, pero no te importa, con la ropa rota continúas hacia la segunda valla, lo único que te separa de la libertad.
El vigilante de la torre continúa cargando su arma, por los nervios le cuesta más de lo normal. Valero desesperado grita desde el patio a su compañero.
– ¡Dispara! ¿A qué esperas?
Llegas hasta el último obstáculo que te separa del exterior, escalas con tus manos ya totalmente rojas por la sangre, la valla está electrificada, sientes potentes descargas por todo tu cuerpo, resistes como puedes y subes un metro, dos, tres.
– ¡Dispara! – Valero continúa gritando desde la primera valla. – ¡Ahora!
– ¡Pum! —
El fuerte sonido del arma retumba por todo el patio.
Sientes un dolor inhumano en tu espalda, tus manos se sueltan de la valla y caes al suelo, el golpe es durísimo. Ves el sol en el cielo azul, piensas en lo cerca que has estado de ser libre, los pájaros vuelan en todas direcciones como locos a causa del disparo. El sol ilumina y calienta tu cara, es una sensación placentera y agradable. Tu vista, poco a poco, empieza a fallar, todo da vueltas sobre tu cabeza y finalmente pierdes la conciencia.
Despiertas en una sala blanca, parece un hospital, estás conectado a varias máquinas, no puedes sentir las piernas. Ves como un guardia se levanta de su silla, abre la puerta y sale al tiempo que grita.
– ¡Está despierto!
Intentas levantarte,