Hombre lobo
El hombre lobo es otro de los fenómenos estudiados en hechicería. El lobo es un típico y conocido símbolo de la maldad, de todo aquello que está relacionado con lo malvado. El lobo se ha dicho muchas veces que es un perro malo, recordemos la gran obra de Jack London Colmillo Blanco; en ella, el lobo que lleva el mismo nombre, se dice que se parece a un perro, a la par que el principal enemigo de los hombres que peregrinan por la nieve durante largos días, es el lobo. El hombre lobo es el símbolo del hombre malvado, del hombre que no posee ninguna virtud, del hombre que ataca a los demás hombres.
Científicamente, cuando se habla del síndrome del hombre lobo se está hablando de personas susceptibles a manifestar su inconsciente violento, faceta de la psique que las personas normales, es decir, que no están dentro del grupo mentalmente patológico, también tienen, a pesar de que la dominan. Otra enfermedad de los hombres lobo es la licantropía, que podríamos decir que es la total convicción por parte de estos, de estar poseídos por un animal, en este caso el lobo. En hechicería la licantropía existe, por lo que el hechicero puede manipular las fuerzas naturales hasta el punto de que existan personas que estén verdaderamente poseídas por un animal.
Siempre se ha creído que el hombre lobo aparecía en las noches de luna llena, cuando el astro nocturno está en todo su esplendor. Por otra parte, el lobo siempre ha estado ligado a nuestro satélite. Cuántas veces hemos visto la imagen de un perfil de lobo que aúlla a la Luna desde la cima de una colina. El lobo aúlla a la Luna, y el astro le da importantes fuerzas mágicas, aumenta las dotes latentes de su «mente de raza». La superstición popular dice que el cerebro del lobo crece y se reduce siguiendo las fases lunares. Según la tradición el hombre lobo es un hombre que cada plenilunio se transforma en lobo, agrediendo y devorando a las personas que encuentra en su camino. Las leyendas alrededor de este ser, transmitidas desde hace siglos, han suscitado siempre miedo y escepticismo. Pero, durante la Edad Media, en las noches de luna llena, los hombres se quedaban siempre en casa. Se dice que para poder matar al hombre lobo es necesario herirlo en la frente, en los ojos, con una bala de plata (el metal de frecuencia lunar) bendecida en una capilla dedicada a san Uberto, el patrón de los cazadores. La superstición alrededor de la luna viene a partir del hecho de que la luna no brilla con luz propia, sino que refleja y, por tanto, en magia es considerada falsa y peligrosa. El astro influye en la psique del hombre, crea alucinaciones y favorece las enfermedades mentales. Además en lugar de dar las energías vitales, como hace el Sol, la Luna las absorbe, las saca de los seres vivos. Por este motivo, se dice que es peligroso dormir a la luz de este astro.
Posesión
La posesión, mejor dicho, el concepto que de ella se tiene, encuentra su origen en la religión. Según la religión – y no nos referimos a ninguna religión en especial, hay que tener en cuenta que todas las religiones constituyen un todo mucho más vasto que es la creencia en seres superiores, sobrenaturales– la posesión es el fenómeno que se conoce por el dominio total de cuerpo, alma y mente de un espíritu maligno sobre una persona. Antes, cuando hablábamos del vampirismo, hemos hablado del fenómeno del ataque psíquico en algunas personas y advertíamos de que no hay que confundir una verdadera posesión con un ataque psíquico. El poseído se distingue perfectamente del loco porque cumple con una serie de características: utiliza un lenguaje muy brusco y obsceno; actúa vulgarmente, por ejemplo, contesta a algo, levantando el dedo corazón de alguna de las manos mientras esconde los demás como si quisiera formar un puño; es exhibicionista; cambia la voz; comprende lenguas extranjeras que nunca ha hablado u oído; describe objetos que están fuera de su alcance; muestra una fuerza mucho más superior que la propia; siente repulsión hacia lo sagrado. Es cierto que el ser que posee forma parte del cuerpo etéreo con lo que es mucho más fuerte que nosotros mismos, y también es cierto que existe la llamada posesión colectiva por la que un mismo espíritu posee a varias personas durante una sesión de espiritismo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchas veces se trata de algún tipo de enfermedad en el supuesto poseso.
Demonomanía
La demonomanía es una enfermedad psíquica propia de aquellas personas que creen estar poseídas por el demonio. Muchas veces, lo que creemos un demonio es en cambio la imagen reflejada de nosotros mismos, con nuestros miedos, nuestros deseos, nuestros conflictos interiores que asumen la forma de demonios psíquicos. Las tentaciones de san Antonio y la lucha de san Jorge contra el dragón fueron verdaderas batallas internas que sirvieron para eliminar todas las energías negativas que llevaban en su interior, las cuales en su momento determinado explotan en toda su intensidad, creando graves alteraciones psíquicas. El esquizofrénico cree que es otra persona la que habla por él, piensa por él y actúa por él. Es como si alguien le transmitiese las ideas; oye voces que resuenan en su cerebro, cree que lo pilota y lo guía otra entidad. Con frecuencia se trata de torbellinos de hebefrenia, que ataca a los jóvenes que quieren evadirse de la realidad. Así se dobla su personalidad, no consiguiendo individualizarse. También las mujeres frustradas sexualmente encuentran en la posesión la excusa de sus acciones, destinadas a atraer la atención del varón. Una mujer oprimida por el marido inventa inconscientemente la posesión, que se convierte en el pretexto para recibir regalos, atenciones, o incluso para clamar impunemente contra el cónyuge y contra la familia, o lamentarse del comportamiento de alguien en particular.
Para la posesión, la solución más eficaz es el exorcismo que se regularizó a través del Ritual Rommanum de la Iglesia católica, en 1614. Para llevar a cabo este ritual hay que pasar por un proceso exhaustivo que tiene como fin averiguar si es una posesión real o sólo se trata de una enfermedad psíquica; tal proceso recibe el nombre de anamnesis. Una de las pruebas más infalibles de que el poseído es tal es, como se ha dicho anteriormente, el cambio que sufre su fuerza corporal. Una de las posiciones más típicas que demuestran este síntoma es la llamada posición del arco. En ella, la persona yace en posición supina, con la espalda arqueada, completamente levantada del suelo, y apoyando las manos y los pies en él. Los brazos están extendidos más allá de la cabeza, las manos vueltas hacia atrás, y las palmas apoyadas en el suelo. A veces, el poseído se desplaza en esta posición. Si el exorcismo es efectivo, es decir, si está consiguiendo que el poseído deje de estarlo, entonces este empezará a tener reacciones muy extrañas, vomitará (una de las mejores simbolizaciones de la expulsión del mal espíritu), la temperatura ambiental subirá, puesto que estarán saliendo al exterior del poseído las energías negativas. Pero durante este proceso la energía maligna intentará permanecer en el cuerpo del poseído, con lo que este empezará a leer los pensamientos de los que se encuentren con él y hasta es posible que se produzca una levitación de la víctima.
Hechizos, mal de ojo, vampiros, hombres lobo, exorcismo, poseídos… Todos estos conceptos, que no tienen nada de científico, forman parte de algo de lo que hemos oído hablar y seguro que, directa o indirectamente, hemos utilizado: la magia. La magia es, básicamente, un recurso del hombre, una forma de explicar fenómenos, de defenderse, de atacar, de librar los complejos, de sentirse más o menos satisfecho, de coger seguridad. ¡Cuántas veces se ha hablado de una persona mágica! Aunque el tono de las últimas frases parezca escéptico, en lo que a magia se refiere, lo que es cierto es que la magia existe, y en alguna medida, influye en nuestras vidas Por eso, a lo largo de la historia de la evolución cultural del hombre se ha distinguido entre dos magias: la magia blanca y la magia negra.
Magia blanca y magia negra
La magia blanca es aquella que está destinada a la armonía del cosmos, las energías empleadas para ella son las positivas y su raíz está en el poder de una minoría que utiliza al máximo estas energías como único utensilio de sus objetivos. Las fórmulas mágicas que están dentro del cuerpo de la magia blanca o alta magia son todas orales, verbales. La efectividad de la magia blanca depende de la capacidad que tenga el mago, que no hechicero, de entrar en armonía con el cosmos a través de la palabra, capacidad, la del habla, que junto a la racionalidad nos distingue de los animales. Son muy pocos los magos y muchos más los hechiceros. Y si no cualquier persona puede ser hechicero, menos todavía puede llegar