Revisado y ampliado con más idiotas, más insensatez y más incompetencia
SOBREVIVE Y PROSPERA SIN MATAR A TU JEFE
John Hoover, Doctor en Filosofía
Con ilustraciones de Steve Lait
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos – a menudo únicos– de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. DE VECCHI EDICIONES, S. A.
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Título original: How to work for an idiot, revised & expanded. With More Idiots, More Insanity, and More Incompetency
© 2011, John Hoover, PhD.
Edición original en inglés publicada por Career Press, 220 West Parkway, Unit 12, Pompton Plains, NJ 07444, USA
Todos los derechos reservados.
Ilustraciones de Steve Lait.
Traducción de Trilítera Servicios Editoriales, S.L.L.
© De Vecchi Ediciones, S. A. 2012
Avda. Diagonal, 519-521 – 08029 Barcelona
Depósito legal: B. 31.654-2012
ISBN: 978-84-315-5452-1
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Dedicatoria y agradecimientos
A estas alturas de mi vida, agradezco que mi jefe no sea un idiota. De hecho, Amy Friedman, jefa ejecutiva y socia fundadora de Partners International, donde yo me encargo de la práctica de coaching ejecutivo, es una líder empresarial comprensiva y cariñosa, conocida por todos por su capacidad de mantener una relación entrañable a la par que duradera con todos los que la rodean. Mis otros dos jefes en Partners International desde 2006 hasta la actualidad, Paul Gorrell y Trish Kyle, son profesionales de gran talento, con recursos y comprometidos con el aprendizaje corporativo. Por este motivo, quiero regalar la mitad de esta dedicatoria a todos los buenos jefes que hay ahí fuera, como Amy, Trish y Paul, que son lo bastante innovadores como para entender que el ingrediente clave del éxito es saber reírse de uno mismo. La otra mitad de la dedicatoria va dirigida a todos aquellos que sufren el peso de trabajar para otro tipo de jefes. No perdáis la fe.
Esta edición no podría ver la luz si no fuera por la confianza y las magníficas dotes de mando que ha demostrado mi editor, Ron Fry, quien tuvo la genial idea de apoyar este título con relaciones públicas y marketing creativo. Laurie Kelly-Pye y Michael Pye, de Career Press, también forman parte del éxito de este libro desde su publicación original en 2003. Kirsten Dalley ha editado esta edición con brillantez, ofreciéndole a mi madre, Ruth Schultz Hoover, una gran escritora y la supereditora de la primera edición del libro, la oportunidad de seguir el proceso de esta nueva edición muy de cerca, hasta llegar a la imprenta.
Muchísimas gracias a mis águilas legales, Mark Merriman y Andy Tavel, de Frankfurt Kurnit Klein y Selz PC, de Nueva York.
Podría nombrar una legión de agradecimientos si el espacio me lo permitiera. Por ejemplo, quiero dar las gracias de todo corazón a mi buena amiga Paula Hammon, quien siempre se muestra dispuesta a dar consejos útiles a este idiota rehabilitado. A mi hermana, Ann Bourke, que es una aliada en mi misión de rescatar a personas de sus idiotas interiores, empezando conmigo. También quiero agradecer la experiencia de haber podido trabajar con colegas de gran talento en la industria del coaching ejecutivo en la Fielding Graduate University, en la City University de Nueva York y en la American Management Association. Y, sobre todo, quiero dar las gracias a mi querido Dios, que ha olvidado por completo lo burro que he sido en muchísimas ocasiones, tanto en mis asuntos personales como profesionales. Es una bendición.
Introducción
Este libro contiene todos los escombros que quedaron cuando mi cabeza explotó. Durante años escribí libros sobre liderazgo, creatividad y rendimiento organizativo, viajé por todo lo ancho y largo del globo ensalzando las virtudes de la innovación, la organización llana, el liderazgo colaborativo y la responsabilidad compartida en el lugar de trabajo. Mis clientes me daban la bienvenida y asentían con la cabeza mientras yo les enseñaba los principios del trabajo en equipo y la comunicación abierta. Incluso esperaban educadamente a que acabara mi charla y saliera del edificio para ignorar mis consejos con toda tranquilidad.
Cómo trabajar para un idiota es mi venganza.
A pesar de lo que estás pensando, el idiota que más me preocupa no es el que está en la esquina, o en el ático de un edificio de oficinas, sino el que se encuentra en el espejo. Tras aceptar que mi impotencia personal se hallaba por encima de mi estupidez y asumir que mi vida era incontrolable, me apunté a un programa de rehabilitación para criaturas descarriadas y encontré la serenidad, libre de idiotez. No hallé un mundo sin idiotas, sino una tranquilizadora perspectiva desde la cual ya no podían perturbarme.
Después de estudiar el pequeño contratiempo evolutivo que ocasionaron los jefes idiotas (i-jefes), descubrí por qué las hembras de algunas especies se comen a sus crías en vez de permitir que se conviertan en jefes que imponen su ignorancia sobre los demás con una autoridad poco institucional. Muchos de los informes que redacté durante mis primeros días como jefe habrían abierto el apetito posparto de mi madre, sin duda.
Publicar un libro de estas características tiene sus consecuencias. Soy coach ejecutivo, superviso una práctica de coaching ejecutivo en la empresa Partners International en la ciudad de Nueva York e incluso colaboré en el lanzamiento de un programa certificado sobre coaching en la City University de Nueva York, donde imparto clases de coaching en el contexto empresarial. Algunas personas se asombran al escuchar la palabra idiota en mi discurso: no suele considerarse un término cariñoso en una empresa educada. Algunas personas, en especial aquellas que trabajan en los departamentos de recursos humanos, que, al fin y al cabo, son los que se encargan de contratar mis servicios como coach y consultor, opinan que es una palabra peyorativa, incluso ofensiva. Como jefe idiota rehabilitado, creo que utilizar un lenguaje que describe con acierto mi historia supone un fantástico recordatorio para mí y, al mismo tiempo, un puente con quienes utilizan este tipo de lenguaje, ya sea en silencio o en voz alta, cuando hablan de sus jefes con amigos, colegas, familiares y coaches.
Allí donde exista este tipo de lenguaje hay trabajo pendiente que hacer. Muchas personas están enfadadas, son autodestructivas y echan la culpa de ello a sus jefes. Necesitan la ayuda de alguien que pueda pulsar la pausa en la Máquina de la Cortesía, les ayude a arremangarse la camisa, se comprometa con ellas, se ría y llore junto a ellas durante el viaje que les convertirá en personas distintas, capaces de mostrar su agradecimiento hacia los demás e invertir sus esfuerzos con el fin de que la empresa para la que trabajan tenga éxito en su sector del mercado.
Si no crees que hay una corriente de ira y resentimiento fluyendo bajo la superficie de todos los chistes y el humor acerca de los jefes actuales (empezando por el eternamente famoso Dilbert, de Scott Adams, pasando por la serie The Office, de la BBC y de la NBC, sin olvidarnos de la película El