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La mirada de los padres y del/la profesor/a
La influencia de la mirada en educación. ¿Conectamos?
La mirada es lo primero que nos transmite información sobre los demás. Además posee más verdad que el lenguaje. Puedes estar hablando y tu mirada transmitir un mensaje distinto a lo que estás diciendo. La mirada está en los ojos. Desde pequeños miramos a los ojos de los demás para recibir información emocional.
Está comprobado que una mirada u otra, cuando ves o conoces a alguien, puede hacer que, en el primer saludo, aprietes más o menos su mano o que tu distancia física aumente o disminuya según la emoción que su mirada te transmita. Lo que indica algo importante: las miradas transmiten emociones.
La mirada genera más emociones que el lenguaje. Según algunos estudios, ponemos distintas caras para transmitir distintas emociones. Nuestra mirada transmite emociones, y ese gesto emocional que marcan los ojos es idéntico en todo el mundo, es decir, una cara que transmite enfado o alegría es la misma en cualquier parte del planeta. La mirada y las emociones son un lenguaje universal.
Con nuestros/as alumnos/as y con las demás personas con quienes convivimos es importante cuidar nuestra mirada e intentar transmitirles con ella lo mismo que decimos con nuestras palabras para no entrar en contradicción. De cualquier forma, es importante saber que siempre nos quedaremos con la emoción que nos transmite la mirada, antes que con la emoción que nos transmite el lenguaje, con lo que eso significa.
Si las miradas transmiten emociones y estas son muy importantes para el aprendizaje, cuidemos las miradas, pues los demás, aunque no nos demos cuenta, nos miran a los ojos y les damos más información con ellos de lo que en un principio podamos pensar. Es muy importante que miremos a los ojos de nuestros/as alumnos/as, y a los de los demás, pues obtendremos mejor información que solo si escuchamos. Al corregir, al preguntar, al escuchar, al hablar… si miramos a los ojos de nuestros/as alumnos/as, no solo obtendremos información más interesante, además les enseñaremos a que ellos también lo hagan.
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Emociones y aprendizaje
¿Con qué emociones conectas?
Las emociones son muy importantes en el aprendizaje y la toma de decisiones. Muchas de las decisiones que tomamos durante el día vienen determinadas por las emociones. Un buen desarrollo de las emociones es la base de un buen desarrollo cerebral, intelectual, cognitivo y de una buena adaptación social. El aprendizaje, la imitación de los demás y la empatía son claves en el desarrollo madurativo de las emociones.
Conocer las emociones y educarlas también forma parte del aprendizaje. Desde que somos pequeños tenemos varias formas de aprendizaje emocional. Dos de las más importantes son:
• Aprendizaje por ensayo y error: repetimos y desarrollamos las conductas que nos proporcionan satisfacción y bienestar.
• Aprendizaje por imitación: es el más usado, observamos lo que proporciona ciertas emociones a los demás y sus reacciones, y después de esa observación reaccionamos con emociones y respuestas similares, ante situaciones parecidas. En este aprendizaje intervienen las neuronas espejo, más adelante trataremos sobre ellas.
Es importante destacar que durante toda la vida tenemos a nuestra disposición un recurso que provoca y genera con facilidad emociones positivas: la sonrisa. Cuidar la sonrisa sincera contribuirá a que estemos mejor, nosotros y quienes tenemos cerca, pues ayudamos a crear un mejor ambiente a nuestro alrededor. Las emociones positivas y un ambiente positivo son claves para desarrollar un buen rendimiento y aprendizaje escolar, así como un buen desarrollo madurativo de los niños y niñas.
¿Qué son las emociones y qué influencia tienen en el aprendizaje y la educación?
Las emociones son patrones de conducta predeterminados y preconscientes. Predeterminados porque los tenemos desde que nacemos. Las personas somos emocionales. Y son preconscientes porque se activan antes de darnos cuenta de ello. Un gran neurocientífico como David Bueno lo explica muy bien en una de sus conferencias. Es probable que, si ves un oso, tus músculos se tensen y eches a correr en seguida, sin pensarlo, y en cuanto empieces a correr, tu cerebro te dirá: «hay un oso, tienes miedo y estás corriendo», en ese momento, es cuando te das cuenta de tu emoción, la interpretas y decides si continuar corriendo o valorar otra posibilidad. Es evidente que lo mismo puede pasarte cuando actúe una emoción positiva, si te dicen que te ha tocado un premio muy importante, es probable que saltes, des algunas voces, y una vez hayas comenzado a saltar, tu cerebro te dirá que sientes alegría y estás saltando.
Las emociones se activan ante una amenaza, una oportunidad o una idea que puedas pensar. Las emociones nos permiten sobrevivir pues son patrones de reacción rápida ante algún peligro. El cerebro sabe que las emociones nos cuidan y, por eso, son tan importantes para él. Por ese motivo, cualquier aprendizaje que esté asociado a una emoción, el cerebro lo interpreta como que es importante y, por ello, lo asimila y consolida con más facilidad y de manera óptima.
Tenemos seis emociones básicas, estas son: miedo, asco, tristeza, ira, alegría y sorpresa.
Cualquiera de estas emociones puede servir para educar o aprender, pero es evidente que si educas con miedo estás educando de manera distinta que si educas con alegría. El miedo es una emoción muy potente. Se puede educar a través del miedo, pero los resultados son muy distintos a si educamos a través de la alegría. Quizás con miedo puedes aprender más cantidad, pero lo que es evidente y seguro es que con alegría puedes aprender con más calidad.
“ Educar con miedo puede provocar con facilidad que para nuestros alumnos aprender sea incómodo, desagradable”.
Es importante tener en cuenta que las emociones tienen muchas y variadas intensidades, no siempre tienen que ser tan intensas como ver un oso o que te toque un gran premio. También hay intensidades muy sutiles dentro de una misma emoción. Cuando vas más despacio o vas más rápido, al ver a alguien que no te cae bien o que te gusta, cuando corres para poner el dedo en el aparato de fichar en el trabajo… En estas ocasiones, también te mueves por emociones.
En educación, tenemos que tener muy claro que es mejor educar con emociones positivas. Educar con miedo puede provocar con facilidad que para nuestros/as alumnos/as aprender sea incómodo, desagradable, algo que con el tiempo puede generarles desinterés por aprender, puede hacer que lo que es propio del cerebro, que es la motivación por el aprendizaje, pase a ser desmotivación por aprender. Es importante destacar entonces algunas formas sutiles con las que se puede educar a través del miedo, incluso sin darnos cuenta. El miedo es una emoción individual, una persona puede tener miedo, otra no, por el mismo motivo. Y la misma situación puede provocar más o menos tensión o incomodidad, según la persona o las características individuales del alumno.
Entre las acciones que tendríamos que revisar porque pueden estar contribuyendo a educar con miedo, destacamos las siguientes:
• Las caras que ponemos al hablar o corregir y las emociones que reflejan nuestras miradas, que a veces ni somos conscientes de ellas.
• El enfado y el tono de voz con el que corregimos. Eso puede favorecer que un alumno, al equivocarse, pueda verlo como una amenaza hacia su profesor y tenderá a callarlo, a no hablar de ello y, por tanto, a no