Comprendiendo las parábolas de Jesús. Klyne Snodgrass. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Klyne Snodgrass
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Религия: прочее
Год издания: 0
isbn: 9781646911974
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de los talentos y la de los denarios, de igual modo hago con los convidados a la boda y la fiesta de bodas). Obviamente, hay otros dichos parabólicos y parábolas breves que decidí no tratar107 (como el deber del siervo en Lc 17.7-10), debido a que son muy obvias y en parte por el espacio.

      En el sentido técnico no hay parábolas en el evangelio de Juan. Hay meshalim, como la puerta de las ovejas o el buen pastor, pero nada como las similitudes en los sinópticos, narrativas indirectas simples o de doble directa, parábolas jurídicas y parábolas interrogativas. Juan no emplea el término parabolē, pero sí paroimia, que a menudo se traduce como “proverbio” o “dicho oscuro”, en 10.6 y 16.25 (dos veces) y 29. Efectivamente, el término parabolē no se menciona en el NT fuera de los evangelios sinópticos, a excepción de Hebreos 9.9 y 11.19, donde denota “ilustración” y “figura”, respectivamente.

      Hay, relativamente, pocas parábolas en Marcos. Él solamente registró cuatro parábolas narrativas, de las cuales las tres primeras concuerdan en una colección de parábolas en el capítulo 4; el sembrador, el crecimiento de la semilla (exclusivo de Marcos) y el grano de mostaza. Después en el capítulo 12 Marcos incluye la parábola de los labradores malvados. Algunos incluyen la parábola de los siervos vigilantes en 13.34-37 y la higuera en 13.28-29.

      De las parábolas de Marcos, Mateo y Lucas incluyen la del sembrador, el grano de mostaza, los labradores malvados y la higuera. Mateo y Lucas también tienen pocas parábolas en común pero Marcos no las menciona. Mateo y Lucas refieren las parábolas de la levadura, la oveja perdida, el prudente y el insensato, el siervo fiel y el siervo malo, el ladrón y los niños en el mercado. Ambos incluyen también las parábolas del rechazo de las invitaciones al banquete y deadministradores de dinero, pero se debate si estos relatos son paralelos o son sencillamente historias similares.

      Para el resto de las parábolas, diez son exclusivas de Mateo y dieciocho propias de Lucas. Aproximadamente dos tercios de las parábolas están en Lucas. Las parábolas en Mateo se presentan principalmente en los capítulos 13, 18, 20 al 22 y 24 al 25 y por orden de temas. La mayoría de las parábolas en Lucas se publican en los capítulos 10 al 20 y también están ordenadas por temas dentro de la narrativa del viaje. Se puede elaborar un buen caso de un arreglo de convergenciaen la narrativa del viaje en Lucas, y muchos aceptan que Lucas tenía una fuente de la parábola de la cual adaptó su material.108

      El Evangelio de Tomás tiene paralelos de once de las parábolas sinópticas, nueve de los cuales no se disputan: el sembrador (logia 9), el grano de mostaza (logia 20), la cizaña (logia 57), el rico (logia 63), la gran cena (logia 64), los labradores malvados (logia 65), la perla (logia 76), la levadura (logia 96) y la oveja perdida (logia 107). El pescador sabio (logia 8) y el tesoro escondido (logia 109) probablemente sean paralelos a sus equivalentes sinópticas, pero divergen bastante que algunos las consideran como parábolas independientes y no conocidas previamente. La versión de estas once parábolas en el Evangelio de Tomás se da en la discusión de las parábolas individuales, y cada una será evaluada en el contexto apropiado. Además, el Evangelio de Tomás tiene tres parábolas previamente desconocidas: Los niños en el campo (logia 21a); Una mujer con un recipiente de alimento (logia 97); Y la prueba de un asesino (logia 98).109 Nótese que el Evangelio de Tomás 1 y 2 como el Apócrifo de Santiago 1.9—2.39 destaca la naturaleza secreta y esotérica del contenido de sus tratados. El Apócrifo de Santiago también revela dichos supuestamente del Cristo resucitado, menciona siete (o posiblemente seis) parábolas por nombre, probablemente todas conocidas por los evangelios sinópticos,110 y registra tres parábolas previamente desconocidas: la palma de dátiles (7.24-35), el grano de trigo (8.16-28), y la espiga de grano (12.22-30).111

      Para toda determinación y propósito, la iglesia primitiva no contó parábolas, ni en los materiales canónicos ni en los primeros o posteriores escritos después del período apostólico. Las narraciones similares más cercanas a las parábolas son los tratados alegóricos del Pastor de Hermas, pero no son cercanas a las parábolas de Jesús, aunque ellas emplean el término parabolē y tienen similitudes casuales. Después de la resurrección de Jesús, el modo de las parábolas, que es un modo profético, parece haber caído en desuso a favor de formas más directas de proclamar el mensaje del Evangelio.

      Algunos dicen que las parábolas no necesitan o no se pueden interpretar.112 Estas mismas personas, por supuesto, escriben libros que explican las parábolas. Jülicher arguyó que las parábolas no necesitan interpretación porque usan lenguaje literal113 y dicen lo que significan. Pero ninguna comunicación es de interpretación propia, y los comentarios de Jülicher son, a lo más, una exageración. Aquellos que arguyen que las parábolas no se pueden interpretar las consideran a veces como “eventos del lenguaje”114 y fueron impresionados por métodos modernos centrados en el lector. Es válido enfocarse en las parábolas como eventos del lenguaje que crean nuevas situaciones, y es cierto que las parábolas no se resumen a significado y se deben experimentar. No pueden ser abstractas y luego de conocer el significado, rechazarlas. Sin embargo, nadie que explique las parábolas quiere dejarlas. Más bien procuramos hacerla plenamente efectiva. R. Stein señala que todo lenguaje tiene ambas dimensiones tanto de referencia como de comisión/afectiva.115 Todo lenguaje, incluido las parábolas, debe ser interpretado, y los aspectos de referencia de las parábolas especialmente se pueden explicar de otras formas, pero los aspectos afectivos, aunque se puedan describir, es necesario que se los experimente.116

      La principal actitud en la interpretación es la buena disposición de escuchar y responder apropiadamente, un punto explícito en la parábola del sembrador, pero incluso la buena disposición de escuchar no garantiza ecuanimidad ni consideración correcta. Soy el primero en decir que es difícil tener objetividad cuando se interpretan las parábolas. Ellas no son listas de información; son historias, pero quizás no sean las historias que suponemos. Se debe tratar a cada parábola conforme a sus propios méritos, y no tener una idea preconcebida cómo debe ser y qué desempeño tener. Las historias crean mundos. Al leer una historia, al menos temporalmente, habitamos ese mundo. Si ponemos mucho de nosotros mismos en ese mundo, reformamos y cambiamos su panorama. Y si hacemos eso, creamos un mundo diferente que describe la historia. Además, las parábolas reflejan piezas de la realidad y a veces también la vida y la historia del oyente. Puede tener una trama que ya hayamos vivido. Ellas revelan y llaman para que acojamos la trama a fin de que participemos en ella (o, si es negativa, para que escojamos otra trama). Pide que no seamos objetivos y distantes sino que personifiquemos la intención de la parábola.

      Después de este énfasis respecto de la función de percibir, debemos afirmar el hecho obvio que todas las prácticas regulares para la buena interpretación de los textos entran en vigor cuando se interpreta las parábolas:

      Analice a fondo cada parábola. Para afirmar lo obvio, si la parábola aparece en más de un Evangelio, haga un análisis comparativo de las diferentes narrativas. Preste particular atención a la estructura de la parábola y al desarrollo de la idea. Examine la simetría o el paralelismo entre los diversículos componentes.

      Escuche la parábola sin suponer su forma o significado. No se debe tratar de forzar la simetría en la parábola o suponer que ésta se debe conformar a cierta teoría de parábolas o que debe enseñar una teología particular.

      Recuerde que las parábolas de Jesús eran instrumentos verbales en una cultura mayormente oral. La mayoría de ellas habrían sido dichas muchas veces, en diversículos contextos, y con pocas o ninguna variación. Todos admiten esto, pero pocos le hacen justicia. Las parábolas posiblemente tenían una construcción con características, temas y formatos similares. Y es posible también que se las repetía frecuentemente entre los cristianos, con nuevas variaciones. Por tanto, cualquier intento de reconstruir la versión original de una parábola es desacertado. Cualquier idea de dependencia literaria incondicional como la única forma de suponer la relación entre los evangelios sinópticos es falsa.117 Por ejemplo, es difícil creer que la primera vez que Mateo leyó la