En todo caso, la campaña antimilitarista llevada a cabo en Italia generó indignación no solo entre oficiales del ejército, sino también entre algunos de los líderes del movimiento excombatiente. Arditi como Ferruccio Vecchi se sintieron ultrajados y se declararon defensores de la élite militar a través de varios artículos publicados en L’Ardito e Il Popolo d’Italia. Desde estos círculos radicales se tramaron nuevas agresiones contra los socialistas167 y se pusieron en circulación panfletos incitando a atacar a partidos y personas que con su propaganda pretendían desacreditar «a aquellos que habían deseado la guerra y a los que la habían hecho».168 Diferentes órganos de prensa de la ANC también publicaron duros ataques contra los socialistas,169 a quienes caracterizaron como «cuervos» que ensuciaban la memoria de los muertos con fines partidistas. Se representó a los socialistas como «derrotistas» que intentaban «devaluar la victoria»,170 una descripción empleada profusamente tanto por fascistas como por la ANC.171 Por aquellas fechas, los resultados de la investigación oficial sobre la derrota de Caporetto, aun saldada simplemente con algunos castigos administrativos a generales y con la amnistía a miles de individuos acusados de deserción, contribuyó a debilitar todavía más la lealtad del ejército italiano hacia el Gobierno.
El deterioro de la neutralidad y la disciplina de las fuerzas armadas facilitó la movilización de tropas y voluntarios impulsada el 12 de septiembre de 1919 por el poeta y héroe de guerra D’Annunzio con el objetivo de ocupar la ciudad de Fiume. Con esta acción, D’Annunzio se convirtió en un referente para los veteranos nacionalistas revolucionarios, arditi y futuristi que respondieron a su llamada.172 Entre los legionarios que participaron en la ocupación se encontraban algunos que luego tendrían un papel importante en el régimen fascista, como Giovanni Giuriati y futuros líderes fascistas de la ANC como Nino Host-Venturi. De hecho, algunos excombatientes fascistas llegaron incluso a abandonar sus hogares para unirse a la empresa de D’Annunzio, respaldada en líneas generales por la prensa de la ANC.173
Esta acción pretendía provocar la caída del Gobierno de Nitti, si bien no consiguió su objetivo.174 Aunque el primer ministro italiano cerró el debate sobre las responsabilidades de Caporetto salvando la honradez del ejército en una guerra que presentó como inevitable, también denunció la ocupación de Fiume como un caso de «sedición» (sedizione).175 Más tarde, Nitti moderó su actitud y mostró cierta empatía por los veteranos, aunque su política respecto al problema fiumano repugnaba a los ultranacionalistas, y no satisfacía a los líderes del movimiento excombatiente. Por su parte, Mussolini no perdió la oportunidad de alabar la predominante orientación de las organizaciones de veteranos en favor de D’Annunzio y en contra de Nitti.176 La ocupación del enclave adriático se extendió hasta finales de 1920, y durante ese tiempo los intervencionistas y una parte del movimiento excombatiente apoyaron las fuerzas d’annunzianas. Además, el episodio de Fiume ofrecería precedentes para el Fascismo en áreas como la estetización política y la ritualización.177 Con estos procesos, el símbolo del veterano de guerra siguió adquiriendo una serie de significados implícitos que serían posteriormente explotados por el movimiento fascista.
En buena medida, resulta entendible que, en el marco de una situación crítica como la provocada por la ocupación de Fiume, Nitti no impulsase ninguna conmemoración oficial de la victoria del 4 de noviembre, tal y como le pedían los nacionalistas y algunos sectores de la ANC.178 No es seguro que una celebración oficial hubiese ayudado a apaciguar a los grupos intervencionistas, pero no realizarla tampoco contribuyó a aliviar las frustraciones de nacionalistas y líderes militares. Lo que sí representaría una oportunidad para que los descontentos expresasen su malestar fueron las elecciones de noviembre de 1919, que se encontraban a la vuelta de la esquina. La ANC se preparó para participar en la lucha electoral e irrumpir con un grupo político específicamente excombatiente en el Parlamento italiano.179
Tanto la ocupación inconsecuente de Fiume como las tensiones políticas derivadas de la campaña electoral tuvieron consecuencias decisivas a nivel europeo, ya que amplificaron el proceso transnacional de apropiación simbólica del veterano de guerra. En este momento, los observadores extranjeros veían a los veteranos italianos como una parte homogénea de una reacción mayoritariamente militarista, antigubernamental y antisocialista. El 4 de octubre de 1919, un informe enviado desde Italia al Ministerio de Asuntos Exteriores francés dibujaba un panorama político bipolar en el que los veteranos (combattenti), los fascistas y casi todo el ejército estaban contra Nitti, mientras que los socialistas apoyaban al primer ministro: «los socialistas organizan manifestaciones contra los veteranos», se decía.180 De igual modo, otro informe de la embajada británica destinado al Foreign Office mencionaba que había una «importante confusión» respecto a la ANC, la ONC y «los Fascii di Combattenti [sic] o grupos locales de veteranos», pero como vemos el documento tampoco era capaz de presentar una distinción adecuada entre el movimiento excombatiente y el fascista.181 Semanas después, uno de los pocos diarios que se pudieron leer en París durante la huelga de prensa francesa de noviembre de 1919 publicaba un reportaje de la situación italiana mencionando los violentos choques entre socialistas y los «Fascio de los combattants», «arditi» y nacionalistas.182 Por su parte, el diario de izquierdas L’Humanité afirmaba que el programa de la ANC para los veteranos era apolítico, aunque también apuntaba que los comunicados de la asociación eran claramente hostiles a los socialistas.183 En este sentido, es interesante señalar que el mismo número de L’Humanité incluyó una llamada de Henri Barbusse y Anatole France al voto socialista en las próximas elecciones francesas, en la cual no se hacía referencia alguna a los veteranos. Evidentemente, la idea del excombatiente antibolchevique iba cobrando cada vez mayor relevancia.
A pesar de estas representaciones confusas, el modo en que fascistas y combattenti abordaron el proceso electoral italiano difirió profundamente en lo simbólico. En términos discursivos, la posición política de los veteranos de la ANC –tal y como defendía su líder Renato Zavaro– era oponerse tanto a aquellos que habían deseado la guerra pero que no había combatido en ella (un dardo contra los intervencionistas y las élites nacionalistas), como a aquellos que no habían buscado la guerra y la habían saboteado (es decir, la fuerzas «antinacionales» de izquierdas). En cambio, el movimiento excombatiente decía representar implícitamente a todos aquellos que no habían querido la guerra pero que habían combatido lealmente en ella –esto es, la mayoría de los soldados italianos–. Los socialistas obstaculizaron la participación de la ANC en la pugna electoral, pero los fascistas también la criticaron, y otros sectores políticos, incluidos los intervencionistas, la vieron con hostilidad.184