Imaginando lo representado en el cuadro. Manuel Roldán Pérez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Manuel Roldán Pérez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788468565217
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y lo trasladaron al hospital, en la habitación, en espera de ser intervenido, hay una conversación entre Adolfito, ya consciente y conocedor de lo que le pasaba, con sus padres.

      —Mamá, papá, perdonar el que no os haya hecho caso, pero ya sabéis que los pájaros es la pasión de mi vida. ¿Estoy tan grave?

      —Si hijo, te comprendemos, pero tienes la pierna izquierda partida por dos sitios y lo peor es la columna, que te pondrán un clavo a ver si te salvan de la silla de ruedas. —Le dijo el padre sin tapujos.

      —Pero no te preocupes que todo saldrá bien. Estás en buenas manos, el cirujano es uno de los mejores de España. —Siguió la madre hablando entre sollozos.

      —¿Pero hay posibilidad de que tenga que vivir siempre en silla de ruedas? —Preguntó Adolfito llorando profundamente.

      —Ahora no pienses en ello. Se optimista que así te irá mejor en la operación. —Añadió el padre

      A esto que entra una enfermera a la habitación, y dice:

      —A ver ¿dónde está el niño al que hay que amputarle una pierna?

      —Adolfito, despierta. Que ya es muy tarde y tienes que ducharte y desayunar. Verás como hoy llegarás también tarde a la escuela. La regañina de anoche de tu padre parece que te ha dejado bien relajadito.

      —¿Qué? ¿Cómo? Pero ¿estoy bien?

      —Tu verás, si llevas casi diez horas durmiendo. Venga so gandul, arriba.

      —Mamá, perdonarme, que ya no iré más a la dehesa a ver pájaros ni sus nidos.

      —Muy bien, así me gusta, pero no te creo, pues tu pasión, y quizás tu porvenir, está en la protección de las aves. Anda que te he preparado unos huevos revueltos para desayunar.

      —Noooooo. Huevos no, por favor.

      Aplausos de los asistentes, y agradecimiento del presidente de la asociación.

      —Y ese fue el principio de lo que sería mi futuro profesional, un defensor de la naturaleza, y más concretamente, como pronosticó mi madre, un protector de las aves.

      —¿Y qué fue de sus amigos? —Intervino uno de los asistentes.

      —Pues cada uno ha tenido caminos diversos, pero todos ellos siguen amando a los pájaros.

      —Ah, por último, un consejo: “No emuléis, ni vosotros ni vuestros hijos, a los monos, ni siquiera a Tarzán. Ser precavidos.

      Morayma

      (Pintura y apuntes de Carmen López Rey)

      —Todavía me acuerdo del tute de andar que nos pegamos el mes pasado cuando hicimos la Ruta de las esculturas y bustos de Córdoba. —Dijo Rafael a Victoria.

      —Y yo, pero mereció la pena. Son magníficas en su mayoría, y sobre todo por la cultura que encierran.

      —Pues ahora no vamos a caminar tanto, pero si algo. Y es que ir desde la Plaza del Potro, donde está el Museo de Julio Romero de Torres, a los Jardines de Colón, donde está el Palacio de la Merced, y allí exponen unos fantásticos cuadros, tiene también un paseíto.

      —Anda y no te quejes, que el andar es bueno. —Le dijo sonriendo Victoria a Rafael.

      —No si yo no me quejo por el andar, sino por las cuestas. Y es que a mi, me cuesta subir las cuestas.

      —Venga y no hagas chistes malos. Cuestas las de Puente Genil, que desde la calle La Plaza al Romeral, si que hay un par de cuestas, las de la cuesta Baena y la calle Aguilar. —Le recordó Victoria.

      —Si pero nadie dice de Puente Genil la llana. Y de Córdoba es publico y notorio, que le llaman: “Cordobita la llana”. Y mira el desnivel que hay desde el río a las Tendillas.

      —Ah, por cierto, creo que ya se de donde viene ese calificativo cariñoso. Pues el otro día, no se porqué, vi en internet, en un traductor, que “el paraíso” en árabe se pronuncia “aljana”, e investigando sobre ello, hay quien dice que con el transcurso de los tiempos fue derivando a: “alyana”. No obstante, siguiendo con la investigación, leí que paraíso en árabe se escribe “Jannah”, así que no van muy decaminados.

      —¿Y eso qué tiene que ver?

      —Pues que en muchos textos andalusíes se nombre a Córdoba con nostalgia como “el paraíso”.

      —Ahora entiendo, cuando decían “Córdoba alyana”, no significaba “Córdoba la llana”, sino “Córdoba el paraíso”.

      —Oye eso es precioso lo que dices. —Dijo Rafael eufórico por lo que le dijo Victoria.

      Así hablando, hablando, se hallaron delante del Museo de Julio Romero de Torres. Y al salir:

      —Mira al frente. La Posada del Potro que ahora es el Centro del Flamenco Fosforito.

      —¡Es verdad! Que orgullo ver que un paisano ha llegado tan lejos.

      —Lejos, lejos lo que nos queda el Palacio de la Merced. Anda vamos que se nos hace tarde.

      Así que callejeando por el casco antiguo llegan a Las Tendillas, donde el reloj le dio la hora con rasgos de guitarra flamenca, suben por la Cruz Conde, tuercen por la Ronda de los Tejares, y ya están prácticamente entrando en la sala de exposiciones.

      —Te has dado cuenta de lo precioso que es este palacio, en especial su fachada.

      —Claro. Es un orgullo tener un edificio así. Pero vamos a contemplar los cuadros que hay expuestos y saborear lo que veamos.

      Así parándose de cuadro en cuadro, quedan asombrados al ver la perfección de representación de estas columnas y arcos de la Mezquita.

      —Ohhh. Mira que belleza de este. —Y Rafael cogió a su mujer cariñosamente del brazo y la puso delante de este lienzo.

      —¿Quién es? —Preguntó Victoria a Rafael.

      —Creo que es Morayma, una noble granadina árabe, que fue la esposa de Boabdil.

      —Pues era muy joven, y muy bonita.

      —Y tanto. Los cronistas de aquella época la describían como muy linda y seductora. Incluso un poeta musulmán aseguraba que tenía los ojos grandes y expresivos, y que a través de sus ropas se adivinaban unos hombros, brazos, caderas y talle clásicos y de opulentos contornos.

      —Pues la pintora lo ha sabido reflejar muy bien en su lienzo.

      —Oye, y ¿con qué edad se casó con Boabdil?

      —Con quince años, pero pocos días después de su boda, su suegro encarceló a su esposo y a ella la confinó en un Carmen de Granada.

      —Y ¿eso, hasta cuando estuvo confinada?

      —No se, pero a partir de entonces no pudo ver a sus tres hijos, Aixa, Áhmed, y Yüset, hasta después de la conquista de Granada por los Reyes Católicos.

      —Y ¿ella también fue expulsada hacia Fez con su familia?

      —No. Ella murió poco antes de que partieran, siendo enterrada en la mezquita de Mondújar, un pueblo de la provincia de Granada.

      Algo mas sobre Morayma le explicó Rafael a su mujer.

      —Uf, que lección de historia me has dado. Pero a mi me interesa más el lado humano de la pintura.

      —Ah, para eso hemos de imaginar lo que sintió la artista que pintó el cuadro.

      —Pues yo te lo voy a mostrar, por mi sentido femenino y admiradora de la pintora:

      •Me da la impresión de que está