Los temas que aparecen en este volumen son variados. La primera Carta, con el número 5, está dedicada a una cuestión de vital importancia para la Iglesia y que acabaría por representar la actividad principal de muchas labores apostólicas impulsadas por el Opus Dei: el campo de la educación y la enseñanza, a sus diversos niveles. El contenido abarca también la misión de los laicos cristianos en la enseñanza oficial pública o privada en general. El texto definitivo de esta Carta apareció en enero de 1966, en un momento de gran expansión de obras colectivas del Opus Dei, relacionadas con el mundo de la instrucción o la educación en sentido amplio.
La segunda Carta incluida en este volumen lleva el número 6, y trata de los rasgos característicos que tiene la llamada al Opus Dei. Explica concretamente cuál es su misión dentro de la Iglesia. Según las noticias que tenemos, debió de ser una de las primeras que san Josemaría mandó imprimir, en febrero de 1963, aunque por alguna razón esperó a enviarla hasta noviembre de 1966. Es un texto que desea resaltar la raigambre evangélica del espíritu del Opus Dei y su secularidad.
La tercera Carta, número 7, trata sobre la obra de San Rafael. Retoma aquí un tema de sus Instrucciones antiguas, repitiendo bastantes de las ideas que allí se contienen, pero actualizándolas a la situación presente —salió de la imprenta en noviembre de 1966— muy distinta del contexto de los años treinta. No solo el Opus Dei había madurado y perfilado mejor sus actividades apostólicas y formativas, sino que el mundo juvenil y estudiantil se había trasformado y se vería de allí a poco sacudido por una verdadera revolución —la del año 1968—, que de algún modo se presagiaba en los años anteriores.
La última Carta de este volumen ha recibido el número 8. Está dedicada al espíritu de servicio a la Iglesia y a la sociedad, como actitud vital que deben cultivar los miembros del Opus Dei. Apareció impresa en febrero de 1967, en momentos en que interesaba al fundador aclarar ideas sobre la libertad y espíritu de servicio en la actuación política, económica, cultural y social de los miembros del Opus Dei.
Como sucede con otros escritos del fundador dirigidos a los miembros del Opus Dei, la mayoría de sus enseñanzas tienen valor universal, y pueden interesar a un amplio público, especialmente por lo que respecta a la vocación de los laicos a la santidad.
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Digamos algo sobre esta edición. La tarea crítica-textual ha consistido en armonizar las variantes de autor que se encuentran en las diversas fuentes y testimonios del texto. Se trata de pequeños detalles, por lo general. Para comprender la jerarquización de las fuentes y la metodología seguida, remitimos al capítulo II, “La presente edición”, del primer volumen de Cartas, ya citado [2], ya que aquí las problemáticas textuales son equivalentes [3].
El aparato crítico ha sido colocado al final de cada Carta. Cada vez que existe una diferencia entre las diversas fuentes, se informa al lector con el signo → a pie de página, para que consulte esa variante si lo desea. La disposición del aparato crítico es la misma que en el primer volumen: recordamos que la lección canónica, es decir, la que propone el editor, se sitúa a la izquierda del corchete, seguida de la indicación de su fuente (en cursiva) y de la página. Cuando no se indica ninguna fuente, significa que el editor se ha tomado la responsabilidad de proponer una versión concreta, por variados motivos, casi siempre para corregir un error. Esto sucede en pocos casos. A la derecha del corchete abierto se colocan las versiones que han sido desechadas, cada una con sus respectivas fuentes y páginas. Si hay más de una versión desechada, se separan unas de las otras por medio de una raya vertical: | . Cuando en el mismo párrafo hay más variantes, se separan unas de otras con doble raya vertical: || .
Las notas originales han sido colocadas al final de cada Carta. En cambio, hemos introducido a pie de página —como comentarios del editor— las referencias bíblicas con abreviaturas modernas en castellano y otras referencias bibliográficas. San Josemaría usa la Sagrada Escritura en la versión latina de la Vulgata, de la que casi siempre presenta su propia traducción al castellano.
En la introducción a la edición de cada una de las presentes Cartas, se mencionan algunas cuestiones específicas sobre la fuentes y edición de cada documento.
[1] Cfr. Cartas (I), OC,II/2,1, pp. 3-32.
[2] Cfr. Cartas (I), OC,II/2,1, pp. 35-46.
[3] Se diferencia solo en que la versión editada en volúmenes (versión v), apareció en 1968.
TEXTO CRÍTICO ANOTADO
CARTA N.º 5
[Sobre la misión del Opus Dei y de los laicos cristianos en el campo de la educación y la enseñanza; también designada por el íncipit Euntes ergo, lleva la fecha del 2 de octubre de 1939 y fue enviada el 21 de enero de 1966].
1. CONTEXTO E HISTORIA
Como en la mayoría de las Cartas de san Josemaría, no hay casi datos sobre la historia de su composición. Sabemos que está fechada en 1939, que al menos añadió una frase en 1948 —porque así lo afirma en el n.º 10a—, y que en enero de 1966 salió su primera edición impresa, que se envió enseguida a las diversas circunscripciones territoriales del Opus Dei[1].
La fecha recuerda el undécimo aniversario de la fundación del Opus Dei, el 2 de octubre de 1939. Ese año estuvo caracterizado por la reconstrucción de los elementos humanos y materiales de la Obra después de la guerra civil española. San Josemaría y los que con él estaban tenían que recomenzar las diversas tareas apostólicas, entre otras las que se habían desarrollado en DYA, la residencia universitaria de la calle Ferraz. Ya en ese verano pusieron en marcha una residencia en la calle Jenner, pues DYA había quedado destruida tras el conflicto[2]. En el mes de septiembre salió a la luz Camino, un libro que jugaría un papel importante en la expansión del Opus Dei, a partir de 1939[3].
Sin embargo, frente a lo que se podría esperar, no hay en el texto ninguna mención a esas importantes circunstancias, que ocupaban intensamente al fundador en 1939. Solo se habla de las residencias universitarias en las últimas páginas.
San Josemaría quiere tratar en esta carta de la educación en sentido amplio, partiendo de la enseñanza primaria y secundaria. No sabemos si en 1939 pensaba en algún proyecto de este tipo. Tal vez —pero es una pura conjetura—, la fecha tenga que ver con la inauguración de la residencia de Jenner, en octubre de 1939. Desde aquí se llevaría a cabo la mayor parte del apostolado con estudiantes universitarios en los siguientes años y serviría de ejemplo para las residencias que se multiplicarían a lo largo y ancho de la geografía española y en otros países. Como sucede en sus Cartas, san Josemaría no explica el porqué de la fecha que ha elegido, que quizá tiene aquí un cierto valor simbólico, en recuerdo de un nuevo comienzo de las actividades con estudiantes universitarios.
Es plausible, de todos modos, que ya en 1939 pensara en promover algún colegio de enseñanza media, en un futuro más o menos lejano. Aquel año fue importante para la enseñanza católica en España. Habían sido derogadas las restricciones de la legislación laicista republicana y también había cesado la persecución anticatólica de la guerra. Las órdenes y congregaciones religiosas estaban recuperando sus colegios, y lo mismo hacían las diócesis y otras instituciones católicas. Se necesitaba cubrir un amplio número de vacantes en la enseñanza, fruto de las depuraciones políticas y ejecuciones en uno y otro bando. Es posible