Los inicios de la vida. Lynn Margulis. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lynn Margulis
Издательство: Bookwire
Серия: Sin Fronteras
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9788437084916
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capítulo 4.

      LOS REINOS DE LOS ORGANISMOS

      Históricamente, los naturalistas han situado todos los organismos en el reino animal o el vegetal; una división que se basa en las diferencias más evidentes entre los seres vivos: la capacidad de moverse y de buscar su propio alimento o la inmovilidad y la obtención directa de alimento a partir de la luz del sol. Naturalmente, los animales pertenecen en la primera categoría y las plantas, a la segunda. No obstante, al menos desde la mitad del siglo XIX, muchas formas de vida desafiaron esta clasificación entre plantas y animales. Las euglenas, por ejemplo, son unos microorganismos capaces de moverse que viven generalmente en aguas dulces. Como nadan y se alimentan de elementos sólidos, nos inclinaríamos a incluirlos entre los animales. Sin embargo, también contienen cloroplastos, de un color verde brillante, que realizan la fotosíntesis y desprenden oxígeno, como las plantas. Varias generaciones de biólogos han tenido dificultades para incluir estos organismos en el reino animal o en el vegetal.

      Alguna que otra vez se han propuesto soluciones a este problema mediante el establecimiento de otros reinos que pudiesen integrar los organismos problemáticos. Con el microscopio de alto poder de resolución y con las aportaciones de la biología molecular, los científicos han llegado, de manera general, a la conclusión que la división fundamental de los seres vivos no se tiene que establecer entre animales y plantas. La principal división se establece entre procariotas y eucariotas. Este descubrimiento ha generado el respeto hacia las teorías que hablan de varios reinos. El sistema de cinco reinos, propuesto el año 1959 por R. H. Whittaker, de la Universidad de Cornell, sustituyó el sistema que establecía una dicotomía entre los animales y las plantas (tabla 1.1).

      En este esquema, el reino nombrado Monera agrupa todos los procariotas, las bacterias y sus parientes. Aunque algunos miembros de este reino son extremadamente complejos, todos son microorganismos y normalmente hay que utilizar un microscopio potente para ver los detalles. Los otros cuatro reinos están formados por eucariotas: protoctistas, plantas, animales y hongos. Los protoctistas comprenden todos los organismos eucariotas unicelulares o con pocas células, llamados protistas, y todos sus parientes cercanos pluricelulares. Algunos protoctistas son fotótrofos, como las algas rojas de los corales, los dinomastigotas (organismos unicelulares como los que causan las mareas rojas) y las algas pardas, como el gigantesco kelp. Otros protoctistas forman una especie de capa gelatinosa sobre los troncos de los árboles muertos (algunos hongos viscosos) o una especie de espuma en la superficie de los peces (musgo de agua). Los hay que pueden nadar libremente y son heterótrofos, como los ciliados, que en su mayoría son formas de vida acuática, pero algunos viven en el rumen de los bó-vidos donde intervienen en el proceso de digestión de la hierba.

      Tabla 1.1

      Comparación entre el sistema tradicional y el sistema de cinco reinos establecido por Whittaker*

Tradicional Cinco reinos
Escherichia coli (bacteria intestinal) Planta Monera (Procariota)
Euglena (alga nadadora) Planta/animal Protoctistas
Ochromonas (alga nadadora) Planta/animal Protoctistas
Macrocystis pyrifera (kelp gigante) Planta Protoctistas
Plasmodium (parásito de la malaria) Animal Protoctistas
Saccharomyces cerevisiae (levadura) Planta Hongo
Penicillium (moho) Planta Hongo
Allium sativum (ajo) Planta Planta
Streptomyces (bacteria) Planta Monera (Procariota)
Anopheles quadrimaculatus (mosquito de la malaria) Animal Animal

      * Margulis y Schwartz (1998) modificaron el sistema de Whittaker con la substitución del reino Protistas por el de Protoctistas, que comprende los organismos unicelulares y sus descendientes pluricelulares.

      A lo largo de los últimos veinte años, Carl Woese y sus colaboradores han desarrollado un sistema de clasificación alternativo, el de los tres dominios. A partir de las diferencias entre ciertas secuencias genéticas y entre sus componentes bioquímicos, algunos moneras, como los metanógenos, los que toleran el ácido, y las bacterias halofílicas, han sido clasificados como Archaea (o arqueas). Los cuatro reinos de los eucariotas se incluyeron en el dominio Eukarya, debido a su origen evolutivo común. Según los bioquímicos y algunos microbiólogos, las arqueas son tan distintas de los eucariotas como de los otros procariotas. Este sistema ha ayudado a comprender mejor las primeras fases de la evolución, por ejemplo con las pruebas que demuestran el origen quimérico de los eucariotas (cómo veremos en el capítulo 4). Sin embargo, presenta diversas incongruencias que han impedido llegar a un consenso en torno a esta clasificación. La evolución que se basa en la simbiosis no forma parte del esquema de los tres dominios. Además, para explicar la diversidad de la vida en la actualidad, la clasificación en tres dominios es mucho menos útil que la clasificación de los cinco reinos. Nosotros utilizamos la clasificación de los cinco reinos, que ha sido explicada en profundidad por Margulis y Schwartz (1998, página 23); pero también incorporamos muchos conocimientos derivados de la formulación de los tres dominios. Tenemos que admitir que la agrupación en cinco reinos es limitada. El reino Protoctistas, por ejemplo, comprende miembros de grupos muy diversos. Sin embargo, cualquier organismo individual puede incluirse sin lugar a dudas en alguna de las cinco grandes formas de vida y todos los taxones se pueden definir sin problemas. Por lo tanto, este agrupamiento es el más práctico y el más pedagógico.

      Existe la idea, mayoritariamente aceptada, de que la pluricelularidad es una característica que sólo tienen los grandes organismos eucariotas, pero la realidad es que podemos encontrar organismos pluricelulares en cualquiera de los cinco reinos, incluso en el grupo Monera, constituido por las bacterias (figura 1.3). Lo que distingue a los sistemas pluricelulares de los animales y las plantas de los de sus antepasados microbianos es la complejidad de las conexiones entre sus células. En animales y plantas –sobretodo en los animales– predominan las asociaciones celulares muy elaboradas. Aparentemente, la formación de estas conexiones fue un paso previo a la diferenciación celular y la formación de tejidos, órganos y sistemas de órganos que caracteriza la etapa embrionaria de los organismos de mayor tamaño, las plantas y los animales.

      INDICIOS VIVOS DEL PASADO

      Aunque los fósiles sólo nos proporcionan algunos indicios sobre la historia antigua de la vida, disponemos de otros métodos de investigación. Por ejemplo, dado que todos los insectos actuales tienen exoesqueleto, es fácil suponer que sus antepasados comunes tuvieron estas características. De una forma parecida, dado que los perros, los gatos, los pandas, los chimpancés e incluso los seres humanos tenemos cuatro extremidades con cinco dedos en cada pata o en cada mano, podemos suponer que los antepasados comunes de estos mamíferos tenían también cuatro patas y cinco dedos en cada mano o cada pie. ¿Podríamos reconstruir de la misma manera un antepasado común de todas las formas de vida que hay a la Tierra? Algunos rasgos hereditarios que caracterizan determinados grupos, como tener exoesqueleto o una mano con cinco dedos, se consideran derivados; no son imprescindibles para cualquier forma de vida, sino productos de la evolución posteriores al propio origen de la vida. Los rasgos universales tienen que ser los más antiguos de todos.

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      Figura 1.3