Enero 5
Dios te habla hoy
“Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27)
El común de las personas no ha entendido que las parábolas de Jesús dibujan su propia vida.
Somos las ovejas que el pastor ha salido a buscar dejando atrás al rebaño.
Somos los hijos pródigos en busca del cual su padre sigue expectante mirando el horizonte.
Somos los siervos cuya deuda ha sido perdonada.
Somos los invitados al banquete con El Señor.
Hemos sido dotados de dones y talentos para edificar el cuerpo de Cristo.
Las palabras de Jesús hablan de ti y de mí. Hablan de su amor por nosotros, de su compasión, de la misericordia por el necesitado, de las recompensas por el buen trabajo, del tesoro escondido, la perla preciosa que se busca con esmero, la fe que se asemeja al grano de mostaza, los buenos administradores, el hijo obediente y tantas cosas más a través de las cuales El Señor nos sigue hablando cada día.
Dios te habla hoy. Su Palabra es eterna y sus verdades no pueden ser negadas. Su voz poderosa es sentida en el universo. El calma las tormentas, libera a los poseídos, sana a los enfermos, consuela a los afligidos y todo lo hace con el poder de su Palabra y la autoridad que viene de los cielos.
Y con esa misma voz te habla a ti.
Si eres oveja de su redil, tú sabrás escucharlo hoy y reconocerás el camino por el cual Él te quiere llevar. Mantente alerta, Dios te está hablando en este día. Obedece su voz y síguelo. Estás en el buen redil.
Oración:
Señor, saber escuchar tu voz es la mejor experiencia de mi vida. En medio de esta generación que a diario es sofocada por tantos ruidos quiero saber distinguir tu voz y seguirla. Soy tu oveja, pertenezco a tu redil y tú me conoces por nombre. Quiero entender hoy tus palabras. Quiero obedecer a la voz de tu llamado. Quiero hacer tu voluntad agradable y perfecta para mi vida en este día. Amén.
Enero 6
¿Un mundo sin Dios?
“a lo suyo vino y los suyos no le recibieron” (Juan 1: 11)
El ser humano ha perdido el rumbo y se encuentra a la deriva en medio de un océano que le aterra y que no sabe enfrentar. Decide por sí mismo y luego se queja de sus propias decisiones que no le satisfacen.
Al frente está la Palabra de Dios como un faro en la oscuridad, como un oasis en medio del desierto, como una fuente inagotable que invita a todos los que se acercan a beber de sus aguas, a saciarse en la plenitud de la presencia de Jesús, recibiendo de la misma fuente del agua para la vida eterna.
Sin embargo, los seres humanos pretenden negar su existencia y viven sin Dios, queriendo luego morir como herederos de un reino que jamás reconocieron.
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (Juan 1: 9-10).
La humanidad se contenta con luces fugaces o estrellas repentinas que así como aparecen en el firmamento de un momento a otro, también desaparecen sin dejar rastro.
Pero Jesús cambió las tinieblas por luz y al venir a este mundo invitó a los seres humanos a conocer una nueva realidad destinada a cambiar sus vidas para siempre.
Sin embargo, aún hay muchos que prefieren la oscuridad y sus tropiezos que la luz y su seguridad.
¿De qué lado estás tú? ¿Está tu camino siendo alumbrado por la luz de la Palabra divina?
En un mundo quebrantado, herido y perdido, solamente la guía del Pastor de pastores, arrojará luz en medio de tanta oscuridad y desaliento.
Cuando conozcamos más íntimamente a nuestro Dios, proclamaremos con nuestro testimonio la grandeza del que siempre nos amó, alabaremos con el corazón al dueño del trono celestial, acudiremos por fortaleza al que la posee y ante todo sabremos que siempre podremos contar con Jesús, pues su amor no se acabará jamás, ni la vida para los que creemos.
Oración:
“No tendría ningún valor nada de lo que poseo o llegare a poseer, si no tuviese relación con el reino de Cristo. Si algo de lo que poseo, puede servir para tu reino, te lo daré a ti, a quien debo todo en este mundo y en la eternidad.” (David Livingstone)
Enero 7
El valor de la cruz
“y allí le crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio” (Juan 19:18)
Un hombre al visitar la Tierra Santa, se fijó que un joven vendía algo. Al acercarse escuchó al muchacho pregonar: "Vendo cruces baratas".
Este joven ofrecía cruces como mercadería sin valor, como simples materiales de venta corriente.
Y es posible que una simple cruz de madera o de metal carezca de mucho valor.
Muchas veces vemos cruces en diferentes lugares. En una montaña, en la torre de una iglesia, en una casa, en un jardín, en el cuello de alguien o dibujada en su cuerpo, en anillos, en pendientes y en otros artefactos. La vemos dibujada, grabada, en relieve, en miniatura o en gran dimensión, en materiales diversos y de todos los colores. Pero para
muchos esto no significa nada, es simplemente un símbolo más como cualquier otro de los que se usan en el mundo.
Sin embargo para el creyente es diferente. Cuando hablamos de la cruz de Cristo entonces todo cambia.
En la cruz entregó su vida Nuestro Salvador. La cruz evitó que todos nosotros fuéramos condenados.
La cruz de Cristo es el símbolo de sufrimiento, de dolor, de pasión, de derramamiento de sangre y de sacrificio. Pero también es símbolo de libertad, de perdón de los pecados, de redención eterna, de salvación para los creyentes.
No, la cruz no es barata. Lo costó todo. En ella se vivió el drama más impresionante que esta humanidad haya podido presenciar. En ella fue colgado el Salvador del mundo y en ella pronunció las últimas palabras de perdón, de amor y de reconciliación para la humanidad perdida.
La cruz sin Cristo es maldición, pero la cruz con Cristo es gloria por los siglos.
La cruz sin Cristo es muerte, pero la cruz con Cristo es vida eterna.
La cruz sin Cristo es castigo, pero la cruz con Cristo es redención de tus pecados.
¿Cuánto vale para ti la cruz de Cristo? En realidad lo vale todo.
Cuando sientas el gozo de tu redención, mira hacia la cruz.
Cuando pienses en la libertad que hoy en día disfrutas, mira hacia la cruz de Cristo.
Mientras disfrutas de tu nueva vida con Jesús, nunca olvides que la cruz lo costó todo y que sobre ella fue escrita tu salvación eterna.
Oración:
Señor Jesús, hoy te doy gracias por tu sacrificio en la cruz del Calvario. Diste tu vida por mí, aunque yo no hice nada para merecerlo. Pero si no hubiera sido por aquella cruz, aun estaría yo sumergido en mis pecados y condenado para siempre. Cómo no exaltar tu grandeza Señor. Cómo no darte gloria y honra todos los días de mi vida. Sufriste por mí, ahora yo vivo para ti y nadie me podrá separar de tu amor. Amén.
Enero 8
Guiados por la Palabra de Dios
“Lámpara