La rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru en las provincias del Peru, el año de 1780. Anonymous. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Anonymous
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 4057664156624
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       Anonymous

      La rebelión de José Gabriel Tupac-Amaru en las provincias del Peru, el año de 1780

      Relación historica de los sucesos de la rebelión

      Publicado por Good Press, 2020

       [email protected]

      EAN 4057664156624

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      * * * * *

      Las extorsiones de los corregidores, y la impunidad de que disfrutaban en las Audiencias, produgeron en 1780 una fuerte conmocion entre los indios del Perú, capitaneados por José Gabriel Tupac-Amaru [1], cacique de Tungasusa en la provincia de Tinta; [2] que, altivo por carácter é irascible por génio, miraba con rencor la degradacion de los indígenas. Ultimo vástago de los Incas, y reducido ahora á prosternarse ante el mas vil empleado de la metrópoli, no pudo su ánimo sobrellevar en paz estos ultrages.

      [Nota 1: Se le dá comunmente el nombre de Tupamaro, corrupcion de dos voces de la lengua quicchuá, que significan literalmente, "resplandeciente" (thupac) y "culebra" (amaru). Los antiguos Peruanos comparaban los hombres grandes y poderosos á las serpientes, porque, como ellas infunden miedo con su presencia. Uno de los barrios del Cuzco, donde los Incas mantenian por magnificencia algunos de estos animales, llevaba el nombre de Amanucancha, "corral de las serpientes."]

      [Nota 2: O mas bien Ttintti, que en el mismo idioma quiere decir "langosta."]

      Habia frecuentado las universidades de Lima y del Cuzco, donde aprendió lo bastante para descollar entre sus iguales. No contento con el cacicazgo, que era hereditario en su familia, solicitó ser reconocido como descendiente legítimo de los antiguos dinastas del Perú, y habia ya conseguido reasumir el título de Marques de Oropesa que habian llevado sus antecesores.[3]

      [Nota 3: D. Martin Garcia Loyola, sobrino de San Ignacio, y gobernador de Chile en 1583, casó con Clara Beatriz, Coya, hija única y heredera del Inca Sayrí Tupac. De este matrimonio nació una hija, que pasó á España, donde se enlazó con un caballero, llamado D. Juan Henriquez de Borga, y á quien el Rey concedió el título de Marquesa de Oropesa. De esta rama procedia tambien Tupac-Amaru.]

      Preocupado con sus ideas de venganza, sintió la necesidad de adquirir renombre, y derramó sus caudales para hacerse de clientes. Se puso tambien en contacto con las personas mas influyentes del clero, á quienes pintaba con los mas vivos colores los vejámenes que sufrian los indios. Movidos por sus quejas, los obispos de la Paz, del Cuzco, y otros prelados del Perú, las habian transmitido al Rey por medio de Santelices, Gobernador de Potosí, muy inclinado á favor de los naturales, y cuyos sufragios eran de un gran peso por el crédito que disfrutaba en la corte. Carlos III, principe justo y magnánimo, habia acogido con interés estas súplicas, y para atenderlas con acierto habia llamado al mismo Santelices á ocupar un puesto en su Consejo de Indias.

      Con tan prósperos auspicios, D. Blas Tupac-Amaru, deudo inmediato de José Gabriel, fué á Madrid á solicitar la supresion de la mita y los repartos. Todo anunciaba un feliz desenlace, cuando la Parca truncó la vida de estos filántropos, no sin sospecha de haber sido envenenados.

      Solo, y expuesto al resentimiento de los que habian sido denunciados, se resolvió Tupac-Amaru á echar mano de un arbitrio violento. Hallábase de corregidor en la provincia de Tinta un tal Arriaga, hombre ávido é inhumano, que abusaba del poder para saciar su inextinguible sed de riquezas. Hecho odioso al pueblo á quien tiranizaba, fué esta la primer víctima que le fué inmolada. Bajo el pretexto de celebrar con pompa el dia del Monarca, el cacique lo atrajo á Tungasuca, donde en vez de las diversiones que esperaba, fué condenado á expiar sus crímenes en un cadalso. Igual suerte estaba reservada al corregidor de Quespicancha [4], que salvó la vida, abandonando sus ricos almacenes, y mas de 25,000 pesos que tenia acopiados en las arcas del fisco.

      [Nota 4: Escriben comunmente Quispicanchi, que nada significa. El otro nombre se compone de quespi, que en el idioma aymará corresponde "á cosa que brilla", como cristal, piedra preciosa, &c., y de cancha, "corral."]

      Estos despojos, repartidos generosamente entre las tropas, dilataron la esfera de accion de estos tumultos. Los funcionarios públicos, siguiendo el ejemplo de los corregidores, que eran el blanco principal de la animadversion de los pueblos, desamparaban sus puestos, y dejaban libre el campo á los amotinados. Sus filas, que se engrosaban diariamente, presentaron pronto una masa imponente para emprender mayores hazañas. Al sentimiento de venganza, que brotaba expontaneamente de todos los corazones, quiso Tupac-Amaru hermanar otro que lo afirmase y ennobleciese. Dos siglos y medio, pasados en la servidumbre, no habian podido borrar de la memoria de los indígenas los recuerdos del gobierno paternal de los Incas: grabados en las ruinas del Cuzco, donde moraban sus dioses, y descansaban sus héroes, hacian de esta ciudad el objeto de una supersticiosa veneracion; y aquí fué donde se dirigió Tupac-Amaru para inflamar el ardor de sus soldados. Trabado en su marcha por una fuerza de milicianos que se habia organizado de Sangarara, los atacó, y obligó á asilarse del templo, donde se defendieron hasta sepultarse bajo los escombros del edificio, que se desplomó sobre sus cabezas.

      Esta ventaja, poco considerable en sí misma, dió alas á la anarquia, que se propagó hasta la provincia de Chichas. El foco principal de esta nueva insurreccion era Chayanta, donde dominaban los Catari, hombres populares y atrevidos, que estaban quejosos por la indiferencia con que el virey Vertiz y la Audiencia de Charcas habian oido sus reclamos contra la escandalosa administracion de Alós, corregidor de aquel partido entonces, y promovido despues al gobierno del Paraguay. Tomas, el mayor de sus hermanos, desairado por el Virey, cuya justicia habia venido á implorar personalmente á Buenos Aires, regresó á su provincia, esparciendo la voz de haber conseguido mas de lo que habia solicitado: y este ardid sublevó contra Alós á todos los indios, que se resistian á pagar los tributos y á admitir sus repartos.

      El corregidor se vengó por una perfidia, que hizo mas arriesgada su posicion. Imputó á Catari la muerte de un recaudador de rentas, y le envió preso á la Audiencia de Charcas. Desde este momento la sangre corrió á torrentes, y la pluma del historiador se retrae de trazar el cuadro espantoso de tantos excesos. En Oruro, en Sicasica, en Arques, en Hayopaya, fueron innumerables las víctimas. En la iglesia de Caracoto la sangre de los españoles llegó á cubrir los tobillos de los asesinos. En Tapacari, pequeño pueblo de la provincia de Cochabamba, se quiso obligar á un padre á desgarrar el corazon de sus hijos á la vista de la madre: y la repulsa á tan inicuo mandato, fué la señal de su comun exterminio. Nada fué respetado: ni la edad, ni el sexo, ni las súplicas, ni los lamentos libraban de la muerte, y una parte de la poblacion sucumbia al furor de la otra.

      Entretanto los Vireyes de Buenos Aires y de Lima trabajaban de consuno para sofocar la insurreccion del Perú. Varias tentativas de los rebeldes se habian malogrado por la impericia de los gefes en quienes Tupac-Amaru habia depositado su confianza. Su muger le habia obligado á volver á Tungasuco, para calmar los terrores que le habia causado la noticia de la salida de la tropas de Lima. ¡Triste y singular presentimiento! Con el Mariscal Valle, que mandaba esta expedicion, venia el Visitador Areche—ese hombre feroz, que, conculcando los derechos de la humanidad, y ultrajando al siglo en que vivia, debia renovar las escenas de los tiempos bárbaros, en la época en que aun vivian Becaria y Filangeri! La ausencia de Tupac-Amaru, aunque momentanea, fué señalada por grandes reveses. Sus tropas, que