—A varias personas. Una fue Catalina Sforza, los otros eran ciertos personajes de Forlí. Entre otras cosas, después de aquellas sesiones, en la fortaleza de Ravaldino se manifestaron los espíritus de algunos oficiales franceses y jacobinos italianos que, ochenta años antes, durante el reino napoleónico-jacobino habían realizado sesiones de mesmerismo dentro de esa fortaleza, que usaban entonces como cuartel para los soldados franceses —explicó el testigo.
—¿Quiénes eran?
—Eran militares franceses y algunos funcionarios de Forlí de la época napoleónica. Es un hecho que ochenta años después, cuando llegó la moda del espiritismo, otros ciudadanos, hacia finales del siglo XIX, empezaron a tratar de invocar a personas de todo tipo para descubrir qué había pasado.
—Y estas personas que hicieron las sesiones de espiritismo ochenta años después de la caída de Napoleón, ¿quiénes eran? —preguntó el investigador.
—No le diré los nombres, pero algunos eran ciudadanos de diversos tipos. Otros, exgaribaldinos y republicanos. El guarda del castillo que tomó parte en todo esto era mi antepasado y en 1957, cuando yo tenía once años, mi bisabuelo me contó mucho de lo que entonces supieron y descubrieron.
—¿Y qué descubrieron?
—Muchas cosas sobre Riario y Catalina Sforza —respondió el testigo.
—Está bien. Continúe hablándome de Riario y de Catalina Sforza —pide el investigador cada vez más atento y curioso por el relato de ese testigo.
¿Quién era Girolamo Riario y cómo llegó a la Romaña?
El testigo empieza a narrar:
—Girolamo Riario nació en Savona, su tío era el papa Sixto IV. Así, se convirtió en conde de Imola y Bagnara di Romagna por voluntad de su tío, que le regaló esas tierras.
»Además, Girolamo tenía un hermano, Pietro Riario, quien, también gracias a su tío o, según algunos, su padre,22 se convierte muy joven en cardenal y obtiene multitud de cargos eclesiásticos y la dirección de numerosos monasterios.
»Oficialmente, su hermano era cardenal, arzobispo, legado pontificio y muchos otros cargos. Era tan rico como joven y no se llegaba a saber cuántas influencias gestionaba ni cuántos bienes poseía.
»Por dar un ejemplo, con solo veintiséis años sus rentas anuales llegaban a sesenta mil ducados, que por aquel entonces era una cifra enorme.
—Según algunos, también era un poco disoluto y lujurioso, pero yo sería cauto con esto —concluyó el testigo.
—¿Por qué?
—Porque también él fue objeto, junto a Sixto IV, de otra especie de damnatio memoria que consistía en denostarlos. Solo que él y su tío formaban parte de la Iglesia y entonces era más difícil que les atacaran aquellos que se ocupaban de estas cosas.
»Para empezar, le implicaron en ciertos tráficos de influencias políticas y dio en Roma algunas fiestas históricas, que, por coste y trabajo, dejaban a las antiguas romanas a la altura del betún, pero no parece que fuera un atontado disoluto, como algunos quisieron presentarlo. Igual que su hermano y su tío, fue un ferviente protector y observador de la regla franciscana. Murió repentinamente con solo 28 años, algunos dicen que envenenado o por una indigestión causada por sus muchas juergas y sus memorables fiestas que pasaron a la historia, pero más bien parece que enfermó durante un viaje —explicó el testigo.
—Así que, tras la muerte de Pietro Riario, Girolamo heredó también el poder económico y eclesiástico de su hermano, convirtiéndose en administrador y gestor también de los bienes de este, hasta el punto de que la apodaron el «Archipapa», frente al apodo de «Antipapa», que entonces recibían las personas enemigas del papa.
»Probablemente en ese momento Riario se convierte en uno de los hombres más ricos de Italia, pero Girolamo era más prudente y estaba más atento a la gestión de los dineros que su hermano Pietro, hasta el punto de no se permitía banquetes ni placeres, salvo el de la caza.
»Girolamo Riario no tenía vicios, de hecho era de temperamento valiente, pero con un carácter algo reservado y, aunque, como su tío, fue un protector de los franciscanos, era más adecuado para las armas que para la iglesia.
»Así, tres años después de la muerte del cardenal Pietro Riario, el papa Sixto IV se cubrió las espaldas y nombró cardenal al primo de Girolamo, Raffaele Riario, que tenía apenas 17 años.
»Este nuevo cardenal, junto a Girolamo, rehacía una pareja de sobrinos dedicados al servicio de Sixto IV.
»El papa hizo un buen uso de ambos, uno como su mano derecha en las cuestiones diplomáticas y espirituales y el otro en las cuestiones políticas y militares. Así usó a ambos en la lucha por la caída de los Médicis y la conquista de Florencia.
»Florencia era entonces una ciudad muy hermosa y rica, enfrentada a la Iglesia, que veía en los Médicis sus principales enemigos y en los Pazzi, otra familia noble florentina, sus principales aliados.
»Los Médicis se habían hecho muy ricos y nobles gracias a sus bancos de crédito, mientras que los Pazzi eran algo menos ricos, pero más nobles desde hacía siglos y fieles a la Iglesia.
»En particular, los Pazzi se vanagloriaban de descender de Pazzino de Pazzi, un caballero que había participado en la primera cruzada y, con las manos desnudas, había sido el primero en escalar las murallas de Jerusalén, abriendo así el paso a todos los demás para la conquista de la ciudad.
»De vuelta a Florencia, con tres fragmentos de piedra del santo sepulcro, recibió un regalo por su empresa y fue festejado con honores y glorias solemnes por todos los florentinos. Y desde entonces su familia fue considerada noble y al servicio de la Iglesia.
»Estos fueron igualmente los principales aliados del papa Sixto IV para tratar de hacer caer a los Médicis y conquistar Florencia por parte de Riario, con la célebre conjura de los Pazzi23 —concluyó su explicación el testigo.
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