Roman movió su cabeza como si lo entendiera, pero sus ojos contaban una historia diferente. “Ah, ya veo”. Al mirar a su hijo, preguntó: “Cooper, ¿Quieres darle el recorrido por la isla?”.
Cooper asintió con la cabeza a su padre. Nada lo haría más feliz que acompañar a Amethyst por la isla. No podía haber pedido una mejor oportunidad si lo hubiera arreglado él mismo. Ben, no se encontraba tampoco por ningún lado para interferir con su tiempo a solas con Amethyst. Hasta ahora iba ganando la competencia que su amigo había comenzado.
Había aprendido mucho sobre ella en línea. Ella no le había dado mucho para continuar, pero la revista ASK presentaba sus artículos de manera destacada. También había escrito algunos editoriales en casi todas las ediciones. Al considerar sus iniciales, había supuesto que la revista podría desempeñar un papel más importante en su vida, de lo que ella le había hecho creer. Él le había preguntado exactamente qué tan involucrada estaba y si la revista llevaba su nombre debido a ella.
Mientras tanto, Cooper aprovecharía el momento para contarle acerca de la leyenda local del pueblo. Resultaba que Cooper y Roman eran los expertos locales. Todos conocían las historias, pero solo la familia Marchant poseía cada uno de los diarios de Marianne. Estos estaban entre las muchas cosas que había abandonado en la posada cuando huyó de North Point.
“Si me sigues, puedo mostrarte el lugar. Hay muchos lugares interesantes por aquí”.
Amethyst caminó al lado de Cooper, con sus ojos llenos de emoción. “No puedo esperar. Estoy lista cuando tú lo estés”.
Esta tarde prometía ser la mejor de su vida. Le sonrió y le hizo un gesto para que lo siguiera. Mientras caminaban por el sendero, la condujo hacia la parte trasera de la casa y se detuvo al borde del acantilado. Las olas del lago chocaban contra un lado ded formación rocosa en el fondo. Al mirar hacia el lago, un pequeño pico pedregoso gris, negro y blanco se encontraba en una pequeña isla a corta distancia de las rocas de abajo. Desde donde estaban parados, parecía que podían alcanzarlo y tocarlo.
Cooper tocó su hombro y señaló hacia la pequeña isla. “Allí está Ghost Peak. No es una montaña en realidad, pero nos gusta pensar que es nuestra isla privada. El agua tuvo un extraño efecto en ella y con los años se formó la isla con su pequeña montaña. La formación siempre ha estado aquí, bueno, desde antes de que este pueblo se convirtiera en lo que es. No fue nombrada como Ghost Peak Island hasta después de la muerte de Easton Hill”.
Amethyst se apartó del lago para mirarlo a él. “¿Por qué recibió ese nombre? ¿Cómo podía tener algo que ver con la muerte de Easton Hill?”, ella inclinó su cabeza y miró hacia Ghost Peak.
Cooper ocultó una sonrisa. En este momento podía darle cualquier información que quisiera. Tenía su atención embelesada y no estaba dispuesto a desperdiciarla. “De acuerdo con la leyenda de Easton Hill, remaba en un bote junto con Marianne Trenton hacia la isla. Iban a pasar un día de campo. Mientras se encontraban allí, él le propuso matrimonio y poco tiempo después, se casaron. Este resultó ser uno de sus lugares románticos favoritos. Eso no ha cambiado mucho con los lugareños. A muchos de nosotros nos sigue gustando pasar el tiempo en la isla, cuando tenemos oportunidad”.
Amethyst agitó su cabeza y dijo: “entonces, debería ser Love Peak, no Ghost Peak. (Nota de la traductora: al usar Love-amor en el nombre, se hace alusión a que era más un lugar romántico que de fantasmas: ghost). Eso no encaja. ¿Entonces allí le propuso matrimonio? ¿Por qué lo convierte en un lugar que implica a un fantasma?”.
Era tan adorable que él quería abrazarla. “Debería ser, pero no lo es”.
Amethyst inclinó su cabeza como intentando darle sentido a ello. “No lo entiendo. Explícame”.
“La explicación simple es que él va allí en busca de su esposa. Él la perdió, o ella lo perdió, dependiendo de cómo lo veas. Así, él la visita un día al año esperando encontrarla en el lugar. Hasta ahora no ha tenido mucha suerte, pobre bastardo”. En verdad era una triste leyenda…
“Eso es increíblemente triste. ¿En qué día visita la islita?”. Mordisqueó la parte superior de su labio inferior. Él deseó que hubieran podido ser más cercanos y así poderla besar. Ella tenía una boca apetecible y sus dientes la hacían ver más llena, aunque en verdad no influían en ello.
Cooper se encogió de hombros y dijo: “No estoy seguro. Se han mencionado muchas fechas diferentes. Podría decirte cuándo se casaron y hacer una suposición…pero ni el diario de Marianne dice exactamente en qué fecha salió de allí. Ellos se casaron el 1º de abril de 1953.
“¿El Día de los Inocentes? Qué interesante…”. Hizo una pausa y lo miró. Sus ojos se abrieron cuando dijo: “espera, ¿tienes algunos de sus diarios? ¿Puedo leerlos?”. La emoción inundó su voz cuando sus ojos prácticamente le suplicaron.
Había sido tan fácil llevarla hacia la dirección que él quería que ella fuera. Ni siquiera se había dado cuenta de que había sido engañada. Todo iba maravillosamente y pronto descubriría si era tan especial como él lo creía. Mientras más tiempo pasaran juntos, habría mejores oportunidades de involucrarse más. “No lo sé. Son un tipo de herencia familiar y tienen más de medio siglo…”.
“Oh, prometo ser extremadamente cuidadosa. Si me permites leerlos, claro”. El entusiasmo invadió su voz mientras hablaba.
Fingió que sería muy complicado permitirle ver los diarios. “Bueno, la cuestión es que no te conozco lo suficiente y ¿cómo puedo confiar en que no huirás con ellos?”.
Ella inclinó su cabeza como para considerar cómo avanzar. “Bueno, si te hace sentir tranquilo, ¿quizá puedas estar conmigo cuando los revise? De esa manera te darás cuenta de que no arruine nada que no deba”.
Maravilloso, ni siquiera había tenido que sugerirlo. En realidad, ella estaba haciendo todo demasiado sencillo para él. No es que tuviera alguna intención de quejarse, “mmhh…bueno supongo que puede funcionar. De cualquier forma, ¿por qué estás tan interesada en Marianne y en Easton?”.
“Soy escritora…”. Sacudió su cabeza. “Pero supongo que ya lo sabías. Lo mencioné antes, cuando nos conocimos”. Amethyst suspiró. “Me encanta descubrir cosas interesantes acerca de los lugares que visito. Admito que selecciono lugares que ya me intrigan y espero desentrañar la historia de tu pueblo y usarla en mis artículos. Me topé con la posibilidad de fantasmas en este pueblo y pensé que sería una maravillosa distinción. Me gustaría escribir la verdad y no un artículo especulando acerca de la existencia de fantasmas. ¿Me ayudarás?”.
“Podría hacerlo. ¿Ya has escrito algo? ¿Me lo muestras?”.
“No lo sé, es que no me gusta compartir algo hasta que lo haya terminado por completo. Tal vez cuando lo termine, ¿pueda enviarte una copia?”.
Oh, esa es una buena idea. Eso le daría una razón para mantenerse en contacto si dejaba el pueblo. Él esperaba que pudieran desarrollar una relación y que decidiera quedarse, pero en caso de no resultar como planeaba, necesitaba un plan de respaldo. “Eso sería fantástico. Estoy deseoso de leer tu historia”.
Una brillante sonrisa se formó en su rostro. “Bien, entonces me aseguraré de enviártela. Ahora, ¿me dejarás ver esos diarios?”.
“Supongo que puedo hacerlo. Camina conmigo de regreso a casa. Necesito hacer saber a mi papá que volvemos a la posada”.
Prácticamente, Amethyst daba saltos a su lado mientras se dirigían a la casa. “Muchas gracias por permitirme verlos. Esto es más de lo que esperaba encontrar”.
Él esperaba que esos diarios estuvieran a la altura de sus expectativas. Hasta ahora, la encantadora mujer ante él, lo estaba. Ella tenía todas las cualidades que Cooper buscaba en una chica. Tan solo necesitaba manejarlo correctamente