Homer
La Odisea
Publicado por Good Press, 2019
EAN 4057664171702
Índice
AL LECTOR
Así como la Ilíada presenta la Grecia heroica en su lucha con los habitantes de la Tróade, la Odisea describe la época de paz, de tranquilidad y de bienandanza que siguió á la terminación de la guerra, relatando un drama doméstico y una serie de aventuras fantásticas y maravillosas; y ambas epopeyas reunidas forman el panorama más acabado, el eco más fiel de los primeros tiempos históricos de la raza griega y contienen tales ejemplos de heroísmo, de amor patrio, de fidelidad conyugal, de respeto á los ancianos, de buen acogimiento al peregrino, de amistad, etc., que con razón ha podido decirse que toda la poesía de Homero es un elogio de la virtud, salvo lo puramente accesorio[1].
Ya notó Aristóteles[2] cuán sencillo es el asunto de la Odisea: la vuelta de Ulises á su patria, después de peregrinar mucho tiempo y de luchar con las tempestades á causa del odio que le profesa Neptuno (esta larga ausencia del héroe motiva el viaje que hace Telémaco á Pilos y á Esparta), y la venganza que toma de los que se han establecido en su casa, pretenden casarse con Penélope é intentan matar á Telémaco. Mas en la narración no sigue el poeta el orden cronológico, como en la Ilíada, sino que in medias res, non secus ac notas, auditorem rapit[3], poniendo en boca del protagonista cuanto ocurriera desde que Ulises y los suyos se embarcaron en Troya hasta que el héroe llegó á la isla de Calipso, que es precisamente la parte más extraordinaria de sus aventuras.
Aunque la Odisea se ha atribuído á Homero[4], como la Ilíada, debe de ser algo posterior á juzgar por los caracteres que la distinguen (concepción más elevada de la divinidad[5], mayor parsimonia en el uso de las comparaciones[6], predominio de la descripción sobre la acción[7], abundancia de nombres abstractos en el lenguaje, etc.). Longino ó, por mejor decir, el autor del tratado De lo sublime, echa de menos en la Odisea el vigor, la sublimidad, la profusión de afectos y pasiones, el nervio oratorio y la multitud de imágenes de la Ilíada; de suerte, dice, que puede compararse á Homero en la Odisea con el sol en su ocaso, el cual no tiene fuerza ni ardor en los rayos pero guarda todavía su magnitud; y atribuye este poema á la vejez de Homero, porque los grandes escritores y poetas, cuando les falta el vigor del ingenio para lo patético, se dan á pintar las costumbres[8]. Pero, si mirada la Odisea á la luz del arte, resulta inferior á la Ilíada, lo mismo en el trazado del plan que en la variedad de la obra: son tan típicos, sin dejar de ser concretos y vivientes, los caracteres de algunos de sus personajes, como el ingenioso y paciente Ulises, la casta y discreta Penélope, y el fiel Eumeo; tan encantador el viaje que nos describe por regiones fantásticas en las que aparecen gigantes antropófagos, ciclopes, sirenas, escollos y monstruos como Escila y Caribdis, almas de los muertos, etc.; tan graduada la progresión del interés hasta que llega el desenlace no por previsto menos conmovedor; y tantas y tales las escenas del poema; que á la mayoría de los lectores les causa una impresión más agradable que la propia Ilíada. Las frases del lenguaje usual que proceden de la Odisea y los elementos que la misma ha proporcionado al folk-lore de las naciones modernas (la tela de Penélope, el suplicio de Tántalo, Escila y Caribdis, el ciclope Polifemo, las Sirenas, etc.), demuestran que ha sido siempre el más popular de los