Índice
1. El aprendizaje: Venir al presente
2. La comprensión: ¿Qué es el presente?
3. La realización: Vivir en estado de presencia
Anexo: Guía para pasar del estado mental al estado de presencia
Colección dirigida por Luis López González
2.ª edición
© SAN PABLO 2017 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid)
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ISBN: 9788428561174
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Printed in Spain. Impreso en España
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A Ana,
con quien día a día buscamos desvelar
la Presencia que somos.
«Cuando hay presencia, todo aquello
que es ilusorio se desvanece, y lo que queda es real,
vital y apasionadamente vivo. Eso es vida total;
no mi vida, sino simplemente vida»
TONY PARSONS.
INTRODUCCIÓN
«Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras» .
SAN JUAN DE LA CRUZ
Pase lo que pase, sientas lo que sientas, pienses lo que pienses, nunca puedes dejar de ser lo que eres. Cambia y muere la apariencia (la personalidad); lo realmente real (la identidad) permanece. Aunque psicológicamente sientas estar desconectado de ella, eres siempre pura Presencia. Nos parece estar desconectados debido a una especie de hipnosis, en la que nos ha introducido nuestra identificación con la mente. Hipnotizados por ella, creemos que es verdad lo que pensamos, mientras no vemos lo que realmente es.
Comprender ese efecto hipnótico que nos hace olvidar lo que somos es condición para vivir todo lo que nos ocurre como oportunidad de «reconectar» de manera consciente con nuestra verdadera identidad: cualquier circunstancia, cualquier acontecimiento, incluso lo más trivial, podemos vivirlo como oportunidad para abrirnos a comprender un poco más lo que somos. En todo momento, cualquiera que sea el «lugar» adonde la mente te haya conducido, con el pretexto quizá de una circunstancia «adversa», ven al presente y percibe el «fondo» último que se esconde detrás de la «forma» que ha aparecido en este momento. Notarás una quietud que trasciende todo vaivén y, si mantienes la atención, no te será difícil percibir que esa quietud es tu verdad más profunda. Y que la percibes precisamente porque la eres.
Desde esa perspectiva ha surgido este libro, y así planteo el modo que me parece adecuado para leerlo: como una oportunidad para «recordar», en cada paso de su lectura, quiénes somos. Porque «conectar» con ello y vivir ahí es sabiduría y liberación.
«Presencia manifestándose».
No hay juicio, no hay queja –ni contra los otros, ni contra ti, ni contra la vida–; hay solo Presencia manifestándose en todo, Presencia que es Eso –pura apertura consciente y atenta– que tú eres, más allá de la idea que tu mente se ha hecho acerca de ti, pensándote como un «yo» separado.
La Presencia no es «algo» donde ir o que buscar, sino Eso que somos... Pero solo cuando conectamos conscientemente con ella nos es posible reconocer que estamos –siempre habíamos estado– en «casa».
Todo lo que nos ocurre –decía– es una oportunidad para «reconectar»: salir del estado mental (habitual e hipnótico) –en el que nos identificamos con el yo– y reconocernos como estado de presencia. Y esa es la primera y radical invitación que quiero proponer al lector, con quien desearía mantener un encuentro en la misma (y única) Presencia que compartimos: sean cuales fueren las circunstancias y los movimientos –mentales o emocionales– que puedan estar manifestándose en este mismo momento, ábrete a conectar conscientemente con Eso que realmente eres. No la mente enredada en su incesante parloteo, ni el «yo» que juzga todo según como le afecte, sino la pura Presencia ecuánime que, como espaciosidad sin límite, acoge todo sin verse afectada por nada de ello. No quieras de entrada pensarlo ni entenderlo con la mente; simplemente silencia el pensamiento y percíbelo.
Así empezamos a acercarnos a ese estado de consciencia que constituye lo que realmente somos. ¿Qué tienen en común una roca, un árbol, un perro y un bebé? Todos ellos son Presencia manifestándose o desplegándose. Lo que es –detrás de las variadas formas en que se manifiesta– es pura Presencia que, en el ser humano, deviene autoconsciente. Con el riesgo de que, debido a la apropiación, la mente lo olvide. Pero lo cierto es que, más allá del yo aparente o «personalidad» particular –cuerpo, mente y psiquismo–, somos esa misma Presencia, Eso que permanece mientras todo cambia, lo único realmente real.
Y esto no es una creencia. Prueba por un simple instante a acallar la mente y pregúntate qué queda. Advertirás que, una vez silenciado todo, lo que permanece es una desnuda consciencia de ser, es decir, pura presencia. Si te permites descansar en ella y saborearla, sin prisa, percibirás que has encontrado tu «casa», tu verdadera identidad. El hecho