El paradigma de la enfermedad y la literatura en el siglo XX. Gonzalo Navajas Navarro. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gonzalo Navajas Navarro
Издательство: Bookwire
Серия: Prismas
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788437092294
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      Gonzalo Navajas

      El paradigma de la enfermedad y la literatura en el siglo XX

      Prismas

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      Gonzalo Navajas

      El paradigma de la enfermedad y la literatura en el siglo XX

      Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

      © El autor, 2013 ©

      De esta edición: Universitat de València, 2013

      Publicacions de la Universitat de València

      Arts Gràfiques, 13 –46010 València

      Diseño de la colección: Inmaculada Mesa

      Maquetación y corrección: Communico, C. B.

      Ilustración de la cubierta:

      Daniel Muñoz Mendoza, La vida, la lluita (2012)

      ISBN: 978-84-370-9229-4

       Para Anna, Paul y Emma, por todo

      AGRADECIMIENTO

      Quisiera agradecer a la Universidad de California el apoyo que me ha proporcionado en la preparación y la elaboración de este libro, lo que me ha permitido disponer del tiempo necesario para llevarlo a cabo. Asimismo, estoy profundamente reconocido a todos los que, en mis intervenciones públicas en las que he presentado y verificado conceptos y contenidos diversos de este libro, me han ofrecido generosamente comentarios y análisis críticos que me han sido extraordinariamente valiosos en la elaboración y el avance de mi trabajo. Finalmente estoy agradecido a mis estudiantes en diversas universidades e instituciones de Europa y América porque me incitaron a dialogar con ellos y asumir puntos de vista que no había entrevisto antes. Sin todos estos colaboradores y promotores de mi proyecto, este libro no hubiera sido posible. Por ello, a todos ellos, muchas gracias.

      Índice

       INTRODUCCIÓN. EL CUERPO ENFERMO EN EL SIGLO XX

       I. LA INSTALACIÓN EN LA EXPERIENCIA DEL PATHOS

       II. LA HISTORIA INTELECTUAL Y EL NUEVO HOGAR DEL YO

       III. LA HISTORIA COMO TRAUMA

       IV. LA POLÍTICA COMO TERAPIA CULTURAL

       V. LA SÍNTESIS ESTÉTICA COMO TERAPIA

       VI. LA ENFERMEDAD POSMODERNA

       VII. EL DIAGNÓSTICO SOCIAL DE LA NARRACIÓN FÍLMICA

       CONCLUSIÓN. DOMUS COSMICA. LA COMUNIDAD RECONSTRUIDA DESDE LA PALABRA ESCRITA Y VISUAL

       BIBLIOGRAFÍA

      INTRODUCCIÓN

      EL CUERPO ENFERMO EN EL SIGLO XX

      No hay motivos, por tanto, para el optimismo histórico. Incluso, los conceptos de progreso y civilización –que son decisivos para una visión comprensiva de la historia que estime y evalúe la temporalidad humana como una trayectoria de avance por encima de los contratiempos y acontecimientos regresivos–son ambivalentes e imprecisos. Civilizaciones especialmente influyentes y duraderas, como la griega y la romana, se hicieron sobre la sangre de la conquista y la sujeción de sus oponentes y enemigos tanto externos como internos. Y puede hacerse una afirmación similar con respecto a las grandes civilizaciones europeas modernas.

      A pesar de que la evolución general de la humanidad está cimentada en la agresión y la violencia, en lo que Freud denomina el instinto de la muerte y la desintegración que predomina sobre el de eros y la integración afectiva, es también cierto que no ha habido ningún periodo de esa historia tan extensa y sistemáticamente destructivo y violento como el siglo XX. Y también es cierto que con frecuencia se ha incurrido en la violencia con el propósito explícito y aparente de redimir a la humanidad, o al menos a segmentos amplios de ella, de las lacras y enfermedades colectivas e individuales que la han afligido con reiteración. El siglo XX se vio a sí mismo como redentor de clases, países, ideologías y creencias oprimidos que se identificaron con una religión, una nación o una etnia –la Alemania posterior a la Primera Guerra Mundial sería el ejemplo–. O con una clase social, como el proletariado, durante los virulentos enfrentamientos sociales de la primera mitad del siglo en particular.

      Algunos de los grandes programas políticos y sociales del siglo XX prometieron de manera irreal y utópica la salvación de las aflicciones colectivas y, en ese proceso supuestamente terapéutico, generaron males todavía mayores que los que pretendían solventar. De manera paradójica, los planteamientos del nazismo aspiraban a liberar Europa del desorden y el declive que habían asolado el continente a partir de la depresión económica posterior a la Primera Guerra Mundial, y crear una gran fuerza continental totalizante y unida bajo la égida de una raza y una cultura supuestamente privilegiadas y destinadas al liderazgo mundial. La pureza racial debía acompañar a la creación de un orden social y político permanente que, en primer lugar, se establecería en Europa y luego se extendería al resto del mundo. En ningún momento la ideología nazi reconoció que sus acciones utilizaron una violencia injustificada y excesiva y sus dirigentes excusaron sus acciones más sórdidas a partir del imperativo de crear un Lebensraum, un contexto necesario para el desarrollo de una sociedad revitalizada y saludable que se erigiera sobre la debilidad física y política que aparentemente se había instalado en el continente. No obstante, en ese contexto estrictamente regulado, se produjeron algunos de los programas de exterminio colectivo más extensos de toda la historia de la humanidad.

      Un proceso paralelo sigue el programa de la ideología afín al socialismo comunista, sobre todo en su versión estaliniana. Dentro de ese modelo, la ascensión al poder de una clase oprimida produce no la liberación colectiva, sino la represión y la desaparición de cualquier modo de disidencia frente al poder establecido. En ambos casos, la figura definitoria e icónica de la enfermedad y el pronóstico, y la terapia que debe conducir