ACEPTADAS
©Patricia Adrianzén de Vergara
© Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L
Primera Edición Digital
Perú Setiembre 2021
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú № 2021-10300
ISBN: 978-9972-849-43-5
Libro electrónico disponible en: Amazon y otras plataformas
Cuidado de Edición: Patricia Adrianzén de Vergara
Diseño de carátula: Erika Arenas Adrianzén
Diagramación: Eduardo Arenas Silvera
Las referencias bíblicas han sido tomadas de la Santa Biblia Versión Reina-Valera, revisión 1960
Ediciones Verbo Vivo E.I.R.L.
Correo electrónico: [email protected] Web: edicionesverbovivo.com Dirección. Avda. Brasil 1864. Pueblo Libre. Lima-Perú.
Teléfono: 0051 +997564865
Para mi hermana Cecilia,
luchadora invencible,
quien acompaña en sus batallas personales
a muchas otras mujeres
y para
Blanca, una heroína de la vida
ÍNDICE
1. Fugitiva de la vida
3. La esclava y el Dios que la ve
4. La esclava y el Dios que la oye
II. RAHAB, UNA MUJER MARGINADA
1. Marcada por la vida
3. Una aliada entre el enemigo
5. Una heroína de su propia historia
III. TAMAR, UNA MUJER OLVIDADA
3. De viuda marginada a mujer deseada
5. Hoyo profundo o final feliz
IV. BETSABÉ, UNA MUJER SEDUCIDA
INTRODUCCIÓN
Visité la cárcel de mujeres de mi ciudad en varias ocasiones previas a dos experiencias que marcaron mi vida. Recuerdo que tenía veintitrés años y se nos abrieron las puertas para ingresar al sector de la cuna una vez al mes y colaborar haciendo un show infantil, celebrando los cumpleaños de los hijos de las reclusas. En ese entonces aún no era madre, pero se me partía el corazón solo de imaginar que esos pequeños serían separados de sus mamás ni bien cumplieran la edad escolar. Si la condena o lo que era peor, el tiempo de espera de la condena, superaba cuatro o cinco años, los niños serían entregados a algún familiar. Aunque el ambiente tampoco era adecuado para el desarrollo de un niño ¡estamos hablando de una cárcel! Los bebés necesitaban el pecho, el calor, la ternura de sus madres. Y la alegría que les llevábamos una vez al mes.
Hasta que supe que ella estaba allí. Aún no la conocía personalmente, pero era mi anhelo. Solo sabía su nombre y su procedencia. Una joven como yo, con los mismos sueños y las mismas ansias de libertad recluida en una cárcel por sus vínculos familiares con narcotraficantes. Habían encontrado droga en la casa donde vivía y aunque era inocente esperaba encarcelada la justicia en el país de las injusticias. Mis visitas se tornaron entonces más frecuentes y nuestro cariño creció junto a todos aquellos sentimientos que crecen y despiden un precioso aroma como la ternura, el aprecio, la admiración. Pero cada visita significaba dejar un poco de mí misma en ella. Cuando el pito que anunciaba el final de la visita sonaba y el personal del reclusorio nos instaba a salir sabía que había llegado el momento. ¡La reja, la reja se cerraría detrás de ella! Esa reja cruel sonaría fuerte al cerrarse, nos separaría y solo permitiría que mis manos toquen las suyas. Y me encontraría una vez más con su mirada, esa mirada diáfana y de angustia al mismo