El taller de juguetes de Papá Noel. Leyenda Escandinava

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      FÁBULAS Y LEYENDAS

       “El taller de juguetes de Papá Noel” Leyenda escandinava

      Adaptación: Isidro Sánchez

       Ilustraciones: Francesc Rovira

       Dirección de la obra: J.M. Parramón Homs

      © Copyright ParramónPaidotribo-World Rigths

       Published by Parramón Paidotribo, S.L., Badalona, Spain

      ISBN Obra Completa: 84-7712-393-4

       ISBN Tomo 11: 84-7712-404-3

       ISBN Epub: 978-84-9910-351-8

      En un país cubierto de hielo, se alza el palacio de Papá Noel, rodeado por las casitas de los elfos, sus fieles ayudantes.

      Muy lejos, en un lugar cubierto de hielo, se alza el palacio en el que vive un gran amigo de los niños, al que todos le escriben una vez al año una carta con el mismo encabezamiento:

      “Querido Papá Noel...”

      Alrededor del palacio, hay muchas casitas, cuyos techos parecen a punto de derrumbarse por el peso de la nieve. En estas casitas, viven los elfos, los pequeños ayudantes de Papá Noel.

      Algunos elfos llevan en sus trineos leña a sus casas, para preparar la cena; pero otros están mano sobre mano, mirando al cielo, mientras de vez en cuando, consultan, impacientes, sus relojes.

      —Hoy se está retrasando demasiado —comenta un elfo pelirrojo.

      Aquella tarde, algunos elfos miran, impacientes, al cielo. —Hoy se está retrasando demasiado —comenta un elfo pelirrojo.

      De pronto, se oye un ruido lejano, que llega desde más allá de las altas montañas, cubiertas de nieve.

      Pero el ruido crece y crece y se hace tan ensordecedor, que los elfos tienen que taparse los oídos.

      Sobre sus cabezas, aparece poco después un pequeño reactor; rodeado por un gran resplandor, comienza luego a descender y acaba deteniéndose muy cerca de los elfos.

      De pronto, se oye un ruido lejano; luego el ruido crece y crece y se hace tan ensordecedor, que los elfos se tapan los oídos. Poco después, aparece un pequeño reactor, que comienza luego a descender y aterriza muy cerca de los elfos.

      El elfo correo sale de la cabina del piloto protestando:

       —¡Cada día tengo que recoger más cartas!