UNA JORNADA HACIA LA ESPERANZA
Publicado por Six Foot PressCoert Voorhees, presidenteChul R. Kim, editor
Primera edición 2020© 2020 Six Foot Press
Texto © 2020 Victor Hinojosa & Coert VoorheesIlustraciones © 2020 Susan GuevaraEditado por Chul R. KimDiseño por Marla Y. GarciaImprimido por Friesen -- Altona, Manitoba
Número de Control de la Biblioteca del Congreso: 2020933400 Distribuido en todo el mundo por Ingram Publisher Services www.ingrambook.com
Imprimido en Canada
Escrito por Victor Hinojosa y Coert Voorhees
Ilustrado por
Susan Guevara
Houston
a pequeña Alessandra de 10 años se despide de las ondulantes
aguas del lago Petén Itzá en Guatemala.
Intenta recordar a su madre, quien le dio un fuerte abrazo antes de partir, hace cuatro años. Su madre le prometió que enviaría por ella tan pronto como tuviera dinero.
“Voy a reunirme contigo, mamá”, dice Alessandra en voz baja mientras se aleja de la orilla del lago.
Laura tiene 13 años y quiere ir a la escuela. Nando tiene 7 años y le gustan los trenes. Les gustaría poder quedarse en El Salvador, pero sus padres quieren que vivan con sus tíos en los Estados Unidos.
“No me quiero ir”, dice Nando llorando.
“Yo estaré contigo, Nando”, responde Laura. “Juntos seremos más fuertes”.
En San Pedro Sula, Honduras, los amigos de Rodrigo, de 14 años, hacen cosas que no deberían. Quieren que Rodrigo se les una, pero él se rehúsa.
Se arrodilla junto a su hermanita dormida. Sabe que si le dice que se va a ir, ella le suplicará que se quede.
“Voy a reunirme con nuestros padres en Nebraska. Pronto todos estaremos juntos y felices”.Rodrigo le deja la nota en la almohada cerca de su cabeza y sale de la casa.
Rodrigo y Alessandra se encuentran en El Ceibo justo antes de cruzar a México.
“Ma sa’ laach’ool”, dice ella. “Buenos días. ¿Vas a Estados Unidos?”
“Hola”, responde Rodrigo. “Sí. ¿Tú también?”
Esta niña con el vestido de colores le trae memorias a Rodrigo de su hermana. Alessandra por su parte, tiene la sensación de que este niño de abundante cabello con los zapatos desgastados es una buena persona.
A mitad de camino en el río Suchiate, Laura se resbala en el borde de la balsa y cae a las turbulentas aguas.
“¡Laura!” Nando grita y trata de alcanzar la punta de sus dedos. “¡No me dejes!”
Un extraño la sube nuevamente al bote y Nando la abraza con fuerza. Finalmente llegan a tierra firme, exhaustos. Ya están en México.
En un albergue en Oaxaca, los cuatro niños se acurrucan en el mismo colchón de cartón. Aunque se acaban de conocer, pasan la noche juntos como una familia.
A Nando le suenan las tripas. “¿Fue un jaguar?” pregunta Laura con una risa forzada.
“Yook intz’okajik”, dice Alessandra frotándose el estómago.
Rodrigo entiende. Todos saben lo que es el hambre. “Pronto encontraremos algo para comer. Mañana tomaremos La Bestia, el tren”.
“¡Corran y súbanse al tren cuando disminuya la velocidad en la curva!” Alessandra grita cuando se acerca La Bestia.
Nando corre a toda velocidad. Es el más pequeño, pero también el más rápido. Un día será una estrella del atletismo.
Cuando Rodrigo salta a la escalera de hierro, su zapato se cae y las ruedas del tren lo rebana instantáneamente por la mitad. Por suerte logra subirse. Todos lo logran.
Recuperan el aliento, aliviados por ahora, y se encuentran entre la multitud encima de los vagones. “¡Nos estamos moviendo!” Laura grita. “¡Genial!”
Los Lanzadores los sorprenden con paquetes de pan, galletas saladas y botellas de agua. También lanzan otras cosas al tren: un suéter, una muñeca, unos zapatos.
Algunos Lanzadores también han enviado a sus propios hijos en el viaje hacia la esperanza. Ahora ayudan a estos niños y oran para que otros hagan lo mismo por sus hijos.
Laura combina los regalos de los Lanzadores para hacer una buena comida. Pan, queso, refresco, limonada. Algún día será chef, como su mamá.
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