Libro intitulado El cortesano: Libro de motes de damas y caballeros. Luis Milán. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Luis Milán
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 4057664149275
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       Luis Milán

      Libro intitulado El cortesano: Libro de motes de damas y caballeros

      Publicado por Good Press, 2019

       [email protected]

      EAN 4057664149275

       JORNADA SEGUNDA.

       JORNADA TERCERA.

       JORNADA CUARTA.

       JORNADA QUINTA.

       JORNADA SEXTA.

      Dixo don Luis Vique; Señora mujer, yo ensoñé, quando os era servidor, que os habia de ser buen marido, porque siendo leal la dama cuando es amiga, no puede ser desleal cuando es mujer, que si ántes de casar, cuando ella manda, se dexa mandar de la razon, despues de casada no se puede desmandar para dar pasion. Siempre vi en vuesa merced, cuando os servia, lo que debe hacer la dama á su servidor cuando no merece competidor, pues vió en mí que no lo merescia, ni por desleal para seros traidor, ni por atrevido para mal serviros, ni por confiado para prometerme, ni por descuidado para yo faltaros; que ni yo me confié de meresceros, ni me desconfié para olvidaros. Y así la ventura os hizo mia, pues vió que todo era vuestro, y con el modo que le gané la voluntad, como á servidor, la quiero conservar como á marido, pues vuesa merced se hizo amar como amiga, que habia de ser mi mujer. Que las amigas que son buenas para mujeres, agradan mas que las mujeres que son buenas para amigas.

      Dixo Joan Fernandez: Señora doña Mencía, por lo que vuesa merced ha dicho, ha mostrado qu’el señor don Luis Vique, su marido, va tan enfermo de vuestro amor como cuando os era servidor; y á mi parescer no se vió Luis más sano. Díganos en qué está mal, si es dolor de quixal.

      Dixo don Francisco Fenollet:

      No puede ser mal de muelas,

       Que sería gritador;

       Más paresce mal de amor.

      Dixo don Diego Ladron: Más parece el mal del tordo.

      Dixo don Luis Milan: Más será el del gavilan, que, por gentileza, á la mañana suelta la presa.

      Dixo la señora doña Mencía: Señores desamorados, como no teneis amor, habeis burlado del mal de mi señor don Luis Vique; Don Francisco Fenollet ha acertado, que deste mal fué oleado.

      Dixo don Luis Milan: Y cuán oleado, y áun batizado del agua del palo, que mal frances fué su amor.

      Dixo don Francisco Fenollet: Ximeno, por su mal conoce el ajeno.

      Dixo Joan Fernandez: Don Francisco, vos no quereis acabar de conoscer ese milan; por él se dixo: El mal de milano, las alas quebradas y el pico sano.

      Dixo don Luis Milan: Señor Joan Fernandez, pues quereis que tenga pico, repico. Bien se os acuerda, cuando fuisteis dama de don Enéas Ladron, que os sacó á danzar en el Real, estando en sarao la Reina, mi señora, y su excelencia, y vos no le negastes vuestro cuerpo, que parescistes la reina Dido, que iba danzando con su Enéas troyano, como vos con el vuestro, que parescia Enéas gitano, que por parescernos vos tan feo para dama como él para galan, le apodamos á Camafeo, y á vos á dama fea. Pues fué el caso tan feo, que no hallamos con qué salvaros, sino con Lope de Rueda, que lo quisistes contra-hacer por dar placer á costa vuestra, como esta copla muestra:

      Bueno vais, señor don Joan,

       Puesto estais en buena fama,

       Y’os tenía por galan,

       Y hanme dicho que sois dama.

      Bien podeis cantar de hoy más

       Aquella triste sonada

       De Dido, la desdichada:

       Enéas, pues que te vas

       Y me dejas tan burlada.

      RESPUESTA DE JOAN FRNANDEZ.

      Cantó l’alba la perdiz,

       Más le valiera dormir,

       Pues danzastes con Betriz

       Para darnos que reir.

      Gilot lo supo despues

       Que con su Betriz danzastes,

       Pues de su casa llevastes

       Á la vuestra el mal frances,

       Que á don Francisco pegastes.

      Don Francisco los departió y dixo:

      Tené al Rey, no más burlar,

       Que ya dais mucha ocasion,

       Como á don Diego Ladron

       Quando os quiso espabilar.

      No paseis más adelante,

       Y de mal frances no hablemos;

       Enviémoslo á Alicante,

       Que lo embarquen á Levante,

       Que los tres harto tenemos.

      Dixo el Duque: Yo quiero poner en medio, para departir como maestro de esgrima, la vara, y es del palo del canónigo Ester.

      Dixo el Canónigo: Señor, un dia me diréu lo canonge boix, puix me habeu fet de palo.

      Dixo el Duque: Canónigo, por mi vida, no haya más, pues no sois para ménos; y diga la señora doña Castellana Belvis la razon que en la caza le dixe que la dexase para agora.

      Respondió la señora doña Castellana: Vuestra Excelencia manda que diga lo que no querrian oir los malos maridos. Yo dixe, quando don Pedro, mi señor, me presentó el ciervo con los cantores, que para conoscer si estuvieron enamorados de véras los amadores, ántes de casar, que siendo casados, siempre han de venir delante sus mujeres, como á servidores, para ser buenos maridos, con mucho deseo á beber de la fuente del deseo de su mujer; porque en perderse los deseos, reinan los menosprecios. Y por esto las menospreciadas son las mal casadas.

      Y hombres menospreciadores

       Siempre saben á traidores,

       Y desleales,

       Abren puerta para males.

      Vengan pues con el deseo que viene el ciervo herido al agua, y creerá la mujer que su marido no se dice don Olvido, como en este cuento oirán. Una señora amiga mia, siendo mal casada, siempre nombraba á su marido don Olvido, y él le puso nombre á ella doña Olvidada. Hiciéronles esta cancion:

      Si quereis saber quién son

       Don Olvido y doña Olvidada,

       Mal marido y mal casada.

      El Duque se rió de buena gana y dixo: Señora doña Castellana, atapado nos ha las bocas, aunque no para reir, que no hay más que decir. Caballeros, sirvamos á nuestras mujeres como amigos, y ellas servirnos han como á mujeres.

      Dixo Joan Fernandez: Señor, vuestra Excelencia da unos consejos que saben á conejos casolanos, que son mal sanos; gran trabajo es hacer el siervo para ser señor, por esto rehusó de casar un sabio que en este cuento diré. El Petrarca, siendo canónigo de Padua, dispensaba el Papa que casase con madona Laura, por quien él mostró estar tan enamorado della, como en sus Triunfos y sus sonetos se ve, y consentia que viviese con sus rentas eclesiásticas si se casaba, porque no escandalizase con amor temporal á su hábito eclesiástico; y él, no queriendo casar, respondió al Papa: No quiero trocar los placeres